Proyecto Hipona:
Corazón Nuevo
Encuentro Espíritu Nuevo
Lima, enero 1999:
1. Crónica del Encuentro
2. Documentos
3. Galería de Fotos del
Encuentro
4. Discurso de Apertura del
Encuentro
5. Ponencia del P. Camilo
Maccise, OCD:
El Futuro de la Iglesia y la Vida Religiosa en América Latina
6. Historia del Proyecto Hipona,
sus paso desde la primera reunión en Conocoto
7. Homilía de Clausura del
Encuentro
8. Artículo de Reflección
sobre el proceso de revitalización o refundación en otra comunidad religiosa
(P. Camilo Maccise)
XIV Asamblea de OALA
Acta de la XIV
Asamblea de OALA, Lima, febrero 1999
Anexo I del Acta
Proyectos para el
Cuatrienio 1999-2003:
Proyectos 1 al 10
Proyectos 11 al 21
Anexo II del
Acta
Propuesta para el Capítulo General
Anexo III, IV,
V del Acta
Cambios de los Estatutos
Discurso Inaugural
del Prior General
Ponencia: El
Tercer Milenio como Desafío Pastoral para la Vida Religiosa de América Latina. (Clara Yañez, RSJ)
Ponencia: 30
años de OALA: Una perspectiva de los Logros y Desafíos
(Jesús Guzmán, OSA)
Perspectivas del
Presente y Futuro de OALA
(Evaluación del Secretario-General)
Misa de Clausura
Homilía del nuevo Secretario-General
Documentos de la Directiva de OALA en
preparación para
la XIV Asamblea:
Evaluación del Cuatrienio:
Proyectos 1 al 10
Proyectos 11 al 15
Propuestas presentados al
Capítulo General de 1995 por la XIII Asamblea de OALA
Evaluación del Boletín
Comisión de Historia
Región Sur
Región Centro
Región Norte
Area de Justicia y Paz
Pastoral Urbana, Rural y
Misionera
Pastoral Educativa
Formación y Vocaciones
Anteproyecto para el Cuatrienio de 1999-2003:
Proyectos 1 al 10
Proyectos 11 al 17
Propuestas para el próximo
Capítulo General
Propuestas para cambios
en los estatutos
Acta de la Reunión de la
Directiva 30 de nov. al 4 de diciembre
Comentarios o Preguntas email:
oalaosa@gmail.com
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EL
FUTURO DE LA IGLESIA Y DE LA VIDA RELIGIOSA
EN AMERICA LATINA
- Esquema de la ponencia de Fr. Camilo Maccise, OCD presidente de
la Unión de Superiores Generales
INTRODUCCION
- Importancia del tema en el umbral del año 2000
- Tomar conciencia de lo que somos para renovamos y entrar en diálogo con el mundo
- Para entender los desafíos para la Iglesia y para la vida religiosa en el futuro de
América Latina hay que partir de una visión de los cambios socio-culturales y
eclesiales.
I. LA REALIDAD SOCIAL Y ECLESIAL DE AMERICA LATINA: NUEVOS MATICES Y DESAFÍOS
1) De Medellín a Santo Domingo (1968-1992)
- a. El grito profético de Medellín (1968)
- b. Puebla: "serena afirmación de Medellín" (1979)
- c. Santo Domingo (1992) en continuidad con Medellín y Puebla: "Medellín la
liberación,
Puebla la opción preferencial por los pobres, Santo Domingo la participación. Este
podría ser el ritmo en continuidad: participación de todos los sujetos en la pastoral
participación de la Iglesia y de todas las culturas" (F. Strazzari).
2) Los grandes desafíos latinoamericanos
a. Desafíos en la realidad social
- Entre los grandes retos de la realidad social de América Latina podemos señalar los
siguientes:
1) La acentuación de la injusticia en la globalización económica y de los medios de
comunicación (DP 28; DSD 23);
- 2) La solidaridad corno camino hacia la paz y el desarrollo (DSD 178-181; 157. 296);
- 3) La defensa de los valores y de la diversidad de las culturas (DSD 30. 243-245).
b. Desafíos en la realidad eclesial
- 1) La tensión de la unidad en el pluralismo;
- 2) La tensión de diversos proyectos para recuperar la identidad eclesial;
- 3) La tensión de los diversos "modelos" de Iglesia: "Sociedad
perfecta", "Pueblo de Dios", "Sacramento del Reino",
"iglesia de los pobres";
- 4) La opción preferencial por los pobres (DP 643);
- 5) El desafío de una nueva evangelización (DSD 26-30);
- 6) El desafío del regreso de la Biblia al pueblo (DSD 38);
- 7) El desafío de la Teología y de la Espiritualidad de la liberación (DSD 45);
- 8) El desafío del creciente protagonismo de los laicos (hombres y mujeres) en la
evangelización (DSD 97-1 1 0).
II. EL FUTURO DE LA IGLESIA EN AMERICA LATINA
- Un acontecimiento eclesial importante que orienta al fruto de la Iglesia en América
Latina ha sido el Sínodo para América, celebrado en 1997. En él se señalan las
grandes líneas de una Iglesia evangelizadora para el Tercer Milenio.
- En el Sínodo se encontraron caminos convergentes: por primera vez se reunieron obispos
de todo el continente americano: 111 eran de los 22 países de América Latina y el
Caribe; 15 de los Estados Unidos y 10 de Canadá.
- El Sínodo concluyó en un clima de esperanza: crece la conciencia de ser un continente
cristiano pero con la amenaza de perder su identidad; pluriétnico, de ahí la
necesidad de respetar la diversidad de las etnias; con un agravarse de la pobreza de las
mayorías que exige la solidaridad.
- El Sínodo creó un consenso que hizo posible el encuentro de caminos convergentes.
Esto ayudó a tomar conciencia de los problemas globales: la relación conflictiva
norte-sur, las amenazas de la globalización y de la ideología neoliberal, el peso de la
deuda externa sobre los países pobres, problemas explosivos corno el narcotráfico, la
violencia, la corrupción, el armamentismo. Situaciones que afectan el conjunto de
América corno el empobrecimiento masivo y las migraciones.
- El consenso de una Iglesia de toda América hizo también tomar conciencia de realidades
positivas: el hecho de ser un continente fundamentalmente cristiano, de mayoría joven,
con una tradición de solidaridad, donde lo religioso tiene una fuerte identidad cultural
y una potencialidad liberadora. Se tomó conciencia de la urgencia de una nueva
evangelización y de un renovado impulso misionero. También se generó un acuerdo sobre
la necesidad de una comunión episcopal continental y de un compartir mutuo de recursos
materiales, misioneros y pastorales del Norte al Sur y del Sur al Norte.
- Se tomó conciencia de los desafíos actuales de la Iglesia a nivel continental: la
inculturación del evangelio, la evangelización urbana, la renovación de la parroquia y
del ministerio presbiteral, el potencial evangelizador de los jóvenes, la multiplicación
de los carismas y ministerios en los laicos, los nuevos movimientos apostólicos, el uso
de los medios de comunicación, la renovación de la religiosidad popular y la apertura
moderna hacia lo trascendente, la necesidad de responder a los nuevos movimientos
religiosos y a las sectas.
- De manera especial a subrayó la importancia de tener presentes a los sectores más
amenazados por el sistema de globalización de corte neoliberal: indígenas y
afro-americanos, jóvenes expuestos al desempleo y a la droga. Se habló de la violencia,
de la crisis de la familia, de los problemas ecológicos, de las amenazas a la vida humana
y a la naturaleza.
Se reafirmaron los compromisos pastorales del postconcilio:
- - opción por los pobres
- comunidades eclesiales de base
- participación de los laicos en la vida de la Iglesia
- la vida religiosa inserta
- una nueva espiritualidad
- el profetismo
- el testimonio abundante de mártires
- la lectura de la Biblia a partir de la realidad de los pobres
En el mensaje sinodal se habló de los gozos, las preocupaciones y los desafíos de la
Iglesia que está en América. Allí se encuentran también, al igual que en las 76
Proposiciones, las líneas orientadoras para la Iglesia del futuro en América
Latina. Se trata de una Iglesia que se encuentra con Jesucristo vivo corno camino para la
conversión, para la comunión y para la solidaridad:
- a. Una Iglesia cada vez más comprometida con la nueva evangelización: evangelización
con dimensión liberadora integral: Proposiciones 2.3.8. Evangelización encarnada e
inculturada: Proposiciones 17-19.
b. Una Iglesia animada por una espiritualidad como fuerza unificante de la
evangelización: Proposición 28.
c. Una Iglesia de comunión en la que los laicos, hombres y mujeres, asumen un papel más
activo y en la que los diversos carisma son respetados y potenciados: Proposiciones
11.47.53-56.
d. Una Iglesia que evangélica a todos desde los pobres: Proposición 73.
e. Una Iglesia que crece en comunión y solidaridad para testimoniar, anunciar e
interpelar: Proposiciones 39-40. 43-44.
-
III. EL FUTURO DE LA VIDA RELIGIOSA EN AMERICA LATINA
- La vida religiosa, corno don del Espíritu a su Iglesia, posee una
característica que la ha
acompañado ordinariamente a lo largo de su historia: la capacidad de percibir las
interpelaciones de Dios en los signos de los tiempos y de tratar de responder a ellas con
fidelidad creativa.
- Esto ha supuesto volver a las fuentes y a sus orígenes para releer el carisma y hacerlo
transitar por caminos inéditos.
- En el eje de las transformaciones y de la renovación de la vida y del nuevo estilo
evangelizador de los religiosos en América Latina está un acercamiento nuevo a la vida
de las mayorías creyentes y oprimidas.
- Ha habido una evolución. Se pasó, poco a poco, de comunidades cerradas a comunidades
abiertas al mundo y a comunidades insertas. Estas fueron la puerta de entrada a los
desafíos sociales y eclesiales. Sirvieron de memoria de los orígenes de la vida
religiosa. Se comenzó a entender mejor el sentido y los alcances de un seguimiento de
Jesús expresado en el compromiso de los votos con dimensiones renovadas.
- El voto de pobreza solidaria con los hermanos pobres que lleva a compartir con ellos lo
que uno es y tiene y a ponerlo al servicio de la justicia; la castidad consagrada corno
fidelidad a Cristo y a su misión, que impulsa a vivir fraternal y solidariamente con
todos los hermanos, especialmente con los marginados; la obediencia corno el asumir con
responsabilidad de hijo y en discernimiento comunitario la misión y el proyecto de
Jesús.
- En la vida comunitaria se volvió a descubrir la importancia de ser comunidad abierta a
las demás comunidades eclesiales; comunidad sencilla y cercana a la vida y a la cultura
del pueblo; comunidad profética que en realidades de división, odio y egoísmo, trata de
testimoniar la nueva fraternidad de Jesús que reúne y crea comunión en la diversidad.
- La experiencia de Dios, base y fundamento de la vida religiosa, comenzó a subrayar su
presencia en nuestra historia. A Dios se le encuentra en los signos de vida y de esperanza
y también en los de muerte. En los primeros por presencia, en los segundos por ausencia.
Se fue comprendiendo mejor que toda autentica experiencia de Dios cuestiona y compromete
con el hermano y en la transformación de la sociedad en la línea del proyecto de Dios.
- Este nuevo estilo de vida religiosa ha ido llevando a asumir un nuevo método en la
misión evangelizadora. Se ha vuelto a entender que hay que realizarla en permanente
apertura a la realidad. Allí se percibe con fuerza el desafío de las relaciones entre fe
y justicia que exigen un traba o evangelizador en conexión necesaria con la promoción
humana, el desarrollo y la liberación (c.f. EN, 3 1), para testimoniar un evangelio corno
motor de transformación liberadora. El contacto con el pueblo ha presentado, por otra
parte, el problema de la inculturación del Evangelio.
- Sin las comunidades insertas y su experiencia de vida no se puede ciertamente comprender
la respuesta creciente de los religiosos de América Latina a la dinámica social y
eclesial puesta en marcha por el Vaticano 11, Medellín, Puebla y Santo Domingo. En mayor
o menor medida han influido aun en los modelos más tradicionales de vida religiosa, en la
toma de conciencia de la problemática actual y en los esfuerzos de responder a ello. Y
esto especialmente en el campo de la evangelización, de la espiritualidad y de la
formación.
- El compromiso evangelizador de los religiosos seguirá siendo con una evangelización
liberadora. Aun en los apostolados tradicionales se ha comprendido y se seguirá
entendiendo cada vez más que defender los derechos humanos y luchar por la justicia para
construir una sociedad más cercana al proyecto del Reino de Dios es parte de la
evangelización. Para el futuro se requerirán nuevos métodos evangelizadores más
proféticos y testimoniales: ir al desierto, la periferia y la frontera, "todos por
los pobres, muchos con los pobres y algunos como los pobres" (CIVCSVA, Vida fraterna
en comunidad, 63).
- La vida religiosa en América Latina deberá ser cada vez más sensible a la
inculturación. Ellos deberán continuar, en la línea de una primera tradición,
acompañando y sirviendo al pueblo, revalorizando su cultura y respetando su idioma, sus
tradiciones y sus costumbres; los valores de su religiosidad. También deberán ayudar a
purificar las culturas de sus elementos negativos a la luz del evangelio.
- En el campo de las instituciones educativas están llamados a formar a través de una
educación evangelizadora, humanizante y personalizante, integrada al progreso social y
cultural. Se tratará de formar personas libres y liberadas, constructoras de la comunión
y participación, con amor especial a los pobres y oprimidos y en permanente actitud de
conversión de todo lo que significa pecado personal y social.
- En las instituciones de salud se requerirá, cada vez más, un concepto global de la
salud, que supere el simple carecer de dolencias; que implique poder llevar una vida digna
y un trabajo no aniquilante. Para ello se deberá trabajar por mejorar las condiciones
sociales de la vida: vivienda, higiene, alimentación desde un compromiso con la defensa
de la vida, luchando contra las causas de la falta de salud y favoreciendo servicios de
prevención y de atención a través de iniciativas populares.
- En el campo de la evangelización los religiosos trabajarán cada vez más en comunión
con los laicos, dando espacios a distintas formas de laicado asociado que comparte el
mismo carisma y la misma espiritualidad del Instituto (cf. VC 54-56).
- Corno fundamento de toda la renovación de la vida religiosa deberá estar siempre una
espiritualidad autentica, renovada e inculturada. La espiritualidad de la vida religiosa
tiene corno punto de partida un carisma comunica no por el Espíritu para seguir a Jesús
en una consagración mediante los votos, vivida en comunión para la misión.
- La obediencia se vivirá cada vez más corno una vivencia de fe en la apertura a los
caminos de Dios buscados y descubiertos con la mediación del superior y de la comunidad.
Será al mismo tiempo una autoridad corno servicio y una libertad que tiene en cuenta el
bien de los demás.
-La pobreza se relacionará especialmente con la esperanza, vivida en el desapego y en
la solidaridad con el prójimo necesitado, en la experiencia de Dios corno el único
absoluto. Por medio del voto de pobreza se sentirán cada vez más comprometidos, desde
una experiencia espiritual, a vivir una vida sencilla y sobria hecha de trabajo,
desprendimiento y disponibilidad personal y comunitaria y a poner todo lo que son y lo que
tienen al servicio de los más necesitados, en una comunión evangélica de los bienes
espirituales y materiales.
- La castidad consagrada, junto con la vida fraterna en comunidad, serán cada vez más
expresión de amor cristiano. Ellas generan una fraternidad universal que expresa y
manifiesta la fuerza de la resurrección de Jesús que convoca a la comunión fraterna.
- La espiritualidad del religioso en América Latina estará caracterizada, corno de hecho
en el resto del mundo, por una identificación con Jesucristo en un estilo alternativo de
vida. Es Cristo quien deberá estar en el centro de su vida invitándolo a su seguimiento
y a una conversión continua. vivida corno actitud permanente de éxodo.
- Para ello deberá nutrir su vida con la escucha de la Palabra de Dios en la Escritura y
en la vida, con la Eucaristía y la oración (cf. VC 93-95).
- Viviendo así podrá tener la actitud de la parresía evangélica: partiendo de una
comunión con Cristo podrá anunciar las exigencias del Reino y denunciar todo lo que se
opone a él, en un compromiso con la justicia y la paz, asumiendo los aspectos
conflictivos y martiriales del testimonio cristiano, visto en la perspectiva del misterio
pascual. Será un modo de ejercer el profetismo cristiano.
- Como María modelo también para la vida consagrada, vivirá abierto a Dios y cercano a
las necesidades del prójimo. Abierto a Dios, escuchando su Palabra, creyendo en ella y
poniendo en práctica sus exigencias. Cercano a las necesidades materiales y espirituales
de sus hermanos y proclamando las maravillas de Dios en la historia.
- Con fidelidad dinámica y creativa releerá el carisma y la espiritualidad de su
Instituto, regresando a las fuentes y, al mismo tiempo, enfrentando los desafíos de la
historia (cf. VC 37).
Todo esto trae consigo, si queremos preparar el futuro, el desafío de una nueva
formación inicial y permanente, "adaptada a las circunstancias peculiares y
cambiantes de nuestra realidad." (DP 763). Hay que seguir formando en una conciencia
crítica de la realidad, discernida a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio de la
Iglesia. Se deberá continuar la formación en conexión son la Iglesia local y con el
pueblo sencillo procurando integrar los diversos aspectos de la vida consagrada: humano,
cristiano-eclesial, carismático-ministerial y social, desde una opción por los pobres.
La experiencia de Dios, la vida comunitaria, la consagración y la misión encontrarán
así un cauce unificador.
CONCLUSION
- El Espíritu guía la historia y tenemos
que apoyar en El nuestra esperanza (Rom 5,3-5).
Para el futuro de la vida religiosa en América Latina la espiritualidad es
absolutamente decisiva. "Es una exigencia absoluta del seguimiento de Jesús.
Sociológicamente, está ahí la agitación mística de la clase media y de la población
pobre
a demostrar claramente la urgencia de un horizonte espiritual en sociedades y
culturas como las nuestras. Un cierto pluralismo, más allá de lo históricamente
inevitable, es una necesidad. Ofrecerá a la VR mejores condiciones de expresión y
penetración en todos los ambientes sociales. Lo que quiero resaltar es que en América
Latina, esa espiritualidad pasa necesariamente por la Opción Preferencial y Evangélica
por los pobres. Esa precisa tornarse cada vez más el gran criterio discernidor y
amalgamador de todas formas de seguimiento de Jesús en la línea de la consagración. Los
casi cien millones de pobres del Continente tienen derecho evangélico a exigir de la vida
consagrada una entrega más plenamente encarnada de nuestro amor."
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