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ENCUENTROS DE FORMADORES OALA
1977-1994

Introducción

Febrero de 1977- Lima

Abril de1980- Cochabamba

Enero de1981- Buenos Aires

Diciembre de1986- Caracas

Enero de 1988- Conocoto

Julio de 1991-
San José

Julio de 1993- Bogotá

Septiembre de 1994- Lima

CONCLUSIÓN-
El Hilo Conductor de los Encuentros de Formadores

 

 

Reunión de Formadores de América Latina

Documentos de los Encuentros de Formadores en América Latina


DOCUMENTO DE CONOCOTO-88
Encuentro de Formadores11-30 de Enero de 1988


INTRODUCCIÓN

Hemos estado reunidos un grupo de formadores agustinos provenientes de varias circunscripciones de la Orden en América Latina, durante casi tres Semanas en Conocoto (Ecuador) para estudiar, reflexionar y analizar nuestra formación y nuestra actividad de formadores. Queremos presentaros a todos los hermanos algunos aportes, fruto de nuestro trabajo y del caminar de nuestra formación en América Latina. Se han dado pasos y no pocos; muchos quedan todavía por darse. El asunto es serio, desafiante y vital.

Constatamos con alegría que hemos avanzado un poco y lo recogemos en algunos puntos para que nos sirvan de aliento. Reconocemos en este sentido la labor y el papel incentivador y de apoyo ofrecido por la OALA.

Como avances significativos queremos destacar:
1.-La preocupación cada vez mayor en todas nuestras circunscripciones por una pastoral vocacional seria, adecuada y actualizada a América Latina y su Iglesia.

2.-El núcleo creciente de vocaciones en casi todas nuestras provincias y circunscripciones.

3.-La incorporación de un número, cada vez mayor, de hermanos latinoamericanos a las tareas de formación.

4.-Una creciente sintonía entre los formadores con relación a las líneas básicas, necesidades, ayuda mutua y desafíos de nuestra formación en América Latina.

5.-Una progresiva y mejor capacitación de nuestros formadores.

6.-Se da una nueva imagen del formador: como animador, acompañante y consejero.

7.-Las comunidades se muestran cada vez más sensibles a la problemática de la formación y a la acogida de los jóvenes.

8.-La desaparición progresiva de ciertos provincialismos y barreras históricas.

9.-La situación de ciertas cuestiones que nos mantenían en "círculos viciosos" por otras nuevas, más vitales, actuales y acordes con la realidad.

10.-Frutos de esta "nueva mentalidad" son los Planes de Formación que ya hay en algunas circunscripciones; el Noviciado en Colombia, común a varios países; intercambio de profesos para experiencias pastorales; ayuda de hermanos de otras provincias para la formación en diferentes países; etc.

Esta nueva mentalidad brota de un nuevo modelo de vida religiosa, de la cual los agustinos no estamos, felizmente, ausentes.

El pequeño documento que presentamos quiere sugerir unas líneas comunes que ayuden en la elaboración de proyectos de formación, orienten el caminar y establezcan algunas metas que nos hagan "uno en la pluralidad".

Queremos destacar la importancia, ea términos de reflexión y aportes, de los documentos de OALA, así como de los proyectos de formación de Colombia y Brasil. Son fruto de un trabajo que se perfila cada vez más maduro y coherente.

Dividimos el documento en tres grandes partes. La primera (n son las Ideas Fuerza que creemos deben orientar todo nuestro proceso formativo; en un segundo momento (II) las Características Fundamentales del Hombre Agustiniano para el hoy de América Latina y su aplicación al formador, al formando y a su interrelación; finalmente (II) apuntamos Objetivos generales para cada etapa de formación. Terminamos con una conclusión, que no quiere ser tal: apunta, más bien, a desafíos nuevos y perspectivas anchas para una labor formativa cada vez más fructífera y situada

Queremos, y así os lo expresamos- que todo el proceso formativo resume un "sabio calor humano en el sentido agustiniano". Si "la gracia supone la naturaleza", creemos también que la formación debe tener en cuenta de manera muy significativa, la dimensión humana y sus valores. Trabajando las actitudes, revisando y siendo conscientes de las necesidades, podremos cambiar, de manera más profunda, los comportamientos: estos corresponderán así a valores realmente evangélicos e interiorizados y las actitudes consecuentes ayudarán a la construcción del hombre nuevo y del Reino.

Este proceso, dinámico y vivo, es conversión. Esta misma debe estar presente en todo nuestro proceso de vida: ¡siempre!

I.-HACIA UNA FORMACIÓN AGUSTINIANA DE AMERICA LATINA

1.-Proceso dinámico: La formación debe basarse no en un modelo fijo y estático aplicable por igual a todos los formandos; debe ser más bien un proceso dinámico y flexible que responda al momento evolutivo de cada persona. Cada ser humano es un proyecto que ha de estar abierto a continua reflexión y evaluación, debiendo ser remodelado de acuerdo a las urgencias, desafíos y experiencias.

2.-Encarnación: La formación debe ser encarnada, es decir, ha de estar estrechamente relacionada con el medio ambiente histórico en el cual se desenvuelve, con los problemas de la sociedad, los afanes y las angustias de los hombres.

3.-Discernimiento: La formación ha de capacitar para un análisis crítico de la realidad en la que la acción del Espíritu de Dios va con frecuencia entremezclada con sombras, contravalores, confusiones y resistencias que es preciso discernir en todo momento.

4.-Responsabilidad: La formación ha de llevar al formando a descubrirse como sujeto responsable autodeterminante de sus propias opciones, participando y asumiendo las decisiones de todo aquello que compromete su vida y su futuro.

5.-Comunidad: La formación específicamente agustiniana conlleva un educar para la solidaridad y fraternidad comunitaria, esto es, para:
-Una comunidad humana en la que aceptándose cada uno como es, ofrezca lo mejor de sí para el crecimiento personal y comunitario.
-Una comunidad de hombres basada en el sentido de la fraternidad, amistad y en la acogida mutua.
-Una comunidad de hermanos comprometida con las angustias y esperanzas de todos los hombres, principalmente de todos los empobrecidos y abierta al servicio de la Iglesia y del pueblo.
-Una comunidad de hombres de fe que por la oración y la profunda vivencia de Dios sepan cuestionar su vida y su servicio para que el seguimiento de Jesús sea cada vez más consecuente y auténtico.

6.-Universalidad: La formación en y para la comunidad supone una apertura al sentido más amplio de la Orden agustiniana y de la Iglesia

7.-Autoridad animadora: El formador, más que autoridad impositiva, ha de ser un compañero de búsqueda que comparte la misma experiencia comunitaria y que está comprometido con ella. De esta manera, el formador ha de sentirse también educado en cuanto que se enriquece personalmente con los valores vivenciados en la vida comunitaria.

8.-Libertad-autenticidad: La formación agustiniana apunta a un hombre que actúa "no bajo el peso de la ley, sino libre por la acción interna de la gracia." Estimula, por ello, la libertad y autenticidad personales a fin de que cada formando desarrolle y exprese al modo propio, sus capacidades y valores específicos, en solidaridad comunitaria y al servicio del Reino de Dios entre los hombres. En otras palabras, la formación agustiniana busca construir la unidad comunitaria sin asfixiar la variedad de las personas que la integran.

9.-Interioridad: La formación para la comunidad implica paralelamente un desarrollo de la interioridad, es decir, una madurez y consistencia personales que capaciten al formando para una solidaridad abierta y comprometida con los otros, sin una dependencia emocional y afectiva de los mismos.

10.-Búsqueda incesante: La formación agustiniana ha de basarse en la búsqueda incesante do la verdad: Dios-Hombre-mundo, sin dogmatismos estáticos, en un proceso dinámico de "buscar para encontrar y encontrar para seguir buscando", desde una perspectiva intelectual, histórica y existencial.

11.-Alegría de la vocación: Formadores y formandos avanzan juntos hacia la vivencia plena de los valores del Reino. Ello implica inevitables renuncias, generosa entrega y muerte a sí mismo. Estas, sin embargo, sólo adquieren su sentido en la alegría personal de la propia vocación- La formación, en consecuencia, no ha de imponer al formando sacrificio sin la referencia expresa a los grandes valores que están en juego.

12.-Fuentes: La formación para la vida agustiniana se enriquece ante todo en la fuente misma de la Palabra de Dios, en la doctrina viva de San Agustín, en la larga experiencia histórica de santidad y entrega de tantos hermanos nuestros, en la vida litúrgica -expresión suprema de la Comunión-, en la oración comunitaria constante y en la apertura a las interpelaciones de nuestra realidad.


II.-HACIA UNA FORMACIÓN INTEGRAL AGUSTINIANA EN AMERICA LATINA

1.-ANTROPOLOGIA AGUSTINIANA:

La idea central en la definición agustiniana de hombre es que este es "un ser levantado del pecado y elevado a la dignidad de la divinidad adoptiva por la gracia".

Los rasgos principales de este hombre agustiniano son los siguientes:
1.-Inquieto: Buscador de la Verdad en la vivencia fraterna de la caridad.
2.-Interiorizado: A la escucha del Maestro Interior.
3.-Humanamente integrado: Comprendiendo las dimensiones afectivas, sexual, psicológica, social.
4.-Trascendente: Viviendo su alteridad encuentra en los otros el Rostro de Dios y plenifica su personalidad en la fraternidad comunitaria y universal.
5.-Profético: Con lucidez crítica para anunciarla Buena Nueva y denunciar mecanismos, intereses y grupos de opresión que niegan la Verdad.
6.-Solidario: Junto a los caídos para liberarlos, atento a apoyarlos aún a riesgo de la propia vida.
7.-Comprometido: Concretizando el ideal de Reino, en la transformación de la realidad.
8.-Libre: Viviendo sin esquemas impuestos, creando nuevas formas de vida, libre hasta de sí mismo (de la lógica del egoísmo) y disponible para los otros (lógica del amor).
9.-Contemplativo y jovial: Sin perder el sentido de la gratuidad y de la fiesta, en convivencia fraterna, despojado de corazón, "retirado" para la interiorización.
10.-Utópico: Encarnando la esperanza escatológica en esperanzas históricas.

2.-PERFILES DEL FORMADOR Y DEL FORMANDO AGUSTINOS:

Estas características básicas nos inspiran el perfil del agustino, tanto formador como formando. Por eso consideramos que el agustino:
1.-Es alguien que siente inquietud sobre sí mismo, la comunidad, la sociedad y Dios y está dispuesto a realizar un proceso de madurez junto a otros, superando dificultades, limitaciones, opresiones, madurando así su vivencia de Dios.

2.-Es alguien que con la ayuda de Dios, va descubriendo su yo-profundo, desarrollando su madurez personal teniendo a Cristo como valor central, en una actitud de escucha al Espíritu.

3. -Es alguien que a partir de la consciencia de que él mismo y los otros son imagen y semejanza de Dios, es capaz de liberarse de sí mismo (de la lógica del egoísmo) y estar disponible para los otros (lógica del realizando así el encuentro con el Padre.

4.-Es alguien que analiza críticamente la realidad, sin dejarse aliena por los valores de la sociedad, vive solidaria y evangélicamente con los pobres, sin miedo a denunciar las injusticias y los grupos de opresión.

5.-Es alguien que, a pesar de las debilidades y fracasos, no pierde el sentido de la gracia y se deja influenciar por ella, colocando el Espíritu en el medio de su vida, viviendo la fiesta y la alegría en celebración fraterna.

6.-Es alguien que busca realizar en la historia la utopía del Reino de Dios.


3.-RELACION FORMADOR-FORMANDO (-QUE TODOS SEAN UNO-)

1.-Estos principios, marcados por la figura de San Agustín, inspiran nuestro ideal de formación, convocándonos a vivirlos en comunidad en la medida de nuestras posibilidades, ayudándonos mutuamente "en unidad de alma y de corazón".

2.-Somos conscientes de que queremos vivir este ideal como proceso. Todo esto significa para nosotros el deseo profundo de todo agustino y, al mismo tiempo, el ideal que anhelamos presentar a todos aquellos que aspiran a seguir comunitariamente los pasos de Nuestro Padre.

3.-Así mismo, somos conscientes de que cada formando tiene su propio ritmo e intensidad en la vivencia de cada etapa de la vida religiosa o de cada momento de la formación, diferencias que es preciso comprender, aceptar y acompañar.

4.-La relación formador-formando se basa en la práctica concreta de este ideal que, insistimos, queremos vivir como proceso, como meta que nos orienta, nos desacomoda, nos deja en tensión concreta en la lucha por la utopía.

5.-En este mismo proceso, el formador agustino, que de alguna forma ya experimenta este ideal de vida, necesita momentos concretos de confrontación personal y comunitaria para mejorar esta relación-

6.-La situación de formador no puede significar, en ningún caso, privilegio material en relación a los formandos.

7.-Consideramos que él formador agustino no puede ni debe creerse esencialmente superior al formando, sino sentirse como alguien que ya caminó comunitariamente antes que él y se sabe, como un hermano mayor, dispuesto a ayudar, a enseñar y al mismo tiempo a ser ayudado y enseñado.

IIL-OBJETIVOS BASICOS DE CADA UNA DE LAS ETAPAS

Partiendo del aspecto dinámico y permanente de la formación, creemos que las siguientes directrices deben estar presentes en cada proyecto formativo.

1.-PROMOCION VOCACIONAL

Objetivo general: Fomentar y favorecer la respuesta de aquellos jóvenes que se consideren llamados
a la vida religiosa y/o agustiniana.

Dimensiones concretas:
1.-En la promoción vocacional debe haber seriedad en la elección.
2.-Es tarea de toda la comunidad.
3.-Es necesario implicar a nuestras comunidades eclesiales en la tarea de la promoción.
4.-A los candidatos hay que exigirles madurez humana y cristiana propia de su edad-
5.-El promotor o equipo debe tener contacto con la familia de los candidatos.
6.-Es necesario utilizar los medios de comunicación para una seria divulgación agi.Lsdniana
7.-La promoción vocacional ha de estar integrada en una pastoral juvenil con orientación vocacional amplia.

2.-ASPIRANTADO

Objetivo general: Propiciar que los aspirantes tengan un discernimiento de su vocación en una vida agustiniana.

Dimensiones concretas:
1.-Dimensión de la relación interpersonal: esta dimensión va orientada hacia el desarrollo integral de la persona y hacia una buena relación con los otros.

2.-Dimensión de formación cristiana básica: debe llevar al joven a una relación con la Palabra de Dios, los sacramentos, la oración y a un despertar a la misión evangelizadora de la Iglesia.

3.-Dimensión intelectual y agustiniana: incluye el desarrollo del hábito de estudio, el sentido crítico de la realidad y la capacidad de reflexión y expresión, así como una información acerca de la Orden, su carisma y sus actividades.

3.-FILOSOFIA

En este documento entendemos la Filosofía como una etapa anterior al Noviciado; en caso que sea posterior, es necesario ver los objetivos del Profesorio.

Objetivo general: Propiciar una experiencia comunitaria típicamente agustiniana a en la que tenga cabida una experiencia profunda de la vida cristiana al igual que una dimensión intelectual.

Dimensiones concretas:
1.-Dimensión interpersonal: se caracteriza por una profundización en la experiencia de vida comunitaria y por un propiciar la maduración personal, vocacional y un cultivar los valores humano-cristianos.
2.-Dimensión de espiritualidad: se orienta a la profundización en la persona de Cristo, hacia una experiencia de Dios, con una espiritualidad encarnada en la historia de acuerdo al carisma de San Agustín.
3.-Dimensión espiritual y agustiniana.- se caracteriza por la adecuada formación intelectual, por orientar a los jóvenes para una conciencia crítica de la realidad y por posibilitar el conocimiento progresivo de San Agustín, su obra y la Orden.

4.-Dimensión pastoral: se orienta al compromiso pastoral de acuerdo a las prioridades de la Iglesia, exigencias de la realidad y aptitudes personales.

4.-NOVICIADO

Objetivo general: Experimentar la vida religiosa agustiniana en vista a una clara y consciente opción por la profesión de los votos dentro de la Orden de San Agustín para el seguimiento de Cristo y la construcción del Reino de Dios en Latinoamérica.

Dimensiones concretas:
1.-Dimensión interpersonal: se caracteriza por la capacidad de compartir la fraternidad, la disponibilidad y el conocerse a sí mismo, así como para encontrar el equilibrio entre lo personal y lo comunitario.

2.-Dimensión de espiritualidad: se caracteriza por la profundización en la oración personal y comunitaria, por el favorecer una espiritualidad encarnada y por un reflexionar sobre la vida religiosa como carisma y como servicio a la Iglesia.

3.-Dimensión intelectual y agustiniana: se caracteriza por una profundización en temas de la realidad latinoamericana, teología de la vida religiosa y agustiniana y por un estudio de los documentos de la Iglesia y de la Orden, así como de los grandes maestros de la espiritualidad cristiana y agustiniana.

4.-Dimensión pastoral: se caracteriza por la sensibilidad hacia las necesidades de la Iglesia local y por un compromiso con ella en la medida conveniente.

5.-PROFESORIO

Objetivo general: Vivir la consagración religiosa agustiniana rumbo hacia una opción definitiva de
incorporación a la Orden por la Profesión Solemne.

Dimensiones concretas:

1.-Dimensión de espiritualidad y convivencia: en esta etapa se debe vivenciar y profundizar una espiritualidad basada en el seguimiento de Cristo y en el servicio a la Iglesia, según el carisma agustiniano de acuerdo con la realidad.

2.-Dimensión intelectual y agustiniana.- se hace hincapié en esta dimensión en una profunda formación intelectual, en una lectura de los escritos de San Agustín y en un favorecer posibles especializaciones.

3.-Dimensión pastoral: se caracteriza por un creciente compromiso pastoral de acuerdo a las opciones de la Iglesia Latinoamericana, enjuiciado por una actitud crítica y una orientación periódica.

6.-FORMACIÓN PERMANENTE

Es necesario en esta etapa crear condiciones para que todos los religiosos tengan una continua revisión y actualización de su vida personal, pastoral, espiritual, intelectual.

Cada circunscripción verá cómo puede hacer posible la realización de este objetivo, tan importante en la vida religiosa agustiniana, tanto a nivel individual como comunitario:

CONCLUSION

A1 terminar nuestra reflexión, somos conscientes de que hay "mucho camino por andar". Surgen cada vez mayores desafíos, si cabe:

1.-La problemática de la inserción y la formación dentro de ella, apenas suscita, todavía, preguntas entre los agustinos. Algunas congregaciones han dado ya pasos grandes en esta dirección que parece ser el futuro de la vida religiosa en América Latina.

2.-Junto a esto, se presenta el desafío frente a las vocaciones surgidas de los medios populares e indígenas, que plantean retos todavía no encarados por nosotros.

3.-La madurez afectiva, preocupación seria dentro de la vida religiosa actual, es un desafío que nos coloca delante de dimensiones todavía no suficientemente exploradas entre nosotros, tanto a nivel personal como comunitario.

4.-Estamos lejos de tener formadores humana, intelectual y espiritualmente suficientemente preparados
.para esta noble y difícil tarea. Hay buena voluntad, abnegación, donación; pero la realidad nos muestra, cada vez más, que no es suficiente.

S.-La preparación de formadores, en Ciencias Humanas y Religiosas a través de escuelas o facultades especializadas debe ser prioridad de nuestras provincias. Ya existen escuelas de este tipo en Brasil, México y Argentina, por ejemplo.

6.-Junto a la opción por el pobre, debe nuestra Orden hacer una clara opción por el joven en América
Latina. La reciente experiencia del Movimiento Juvenil Agustiniano en Lecceto (Italia), con participación, inclusive, de algunos jóvenes de nuestro continente; el surgimiento del Movimiento Juvenil Agustiniano en Chile e iniciativas similares en Argentina, Perú y otros países, abren perspectivas Y desafíos enormes. Trabajar con jóvenes en un continente joven, en países jóvenes, es ir abriendo camino, suscitando fe, afirmando la vocación y construyendo el hombre nuevo.

7.-Esto nos coloca en una perspectiva de vocacionalizar toda nuestra actividad pastoral, quitando de ella lo que de proselitista y cerrada pueda ser. La vida es consecuencia del ofrecimiento; dando se recibe.

Otros desafíos (la consolidación de "noviciados comunes"; la posibilidad de un teologado latinoamericano; la continuidad de los programas de Formación Permanente a nivel de Latinoamérica y cursos y encuentros de formadores, la abertura a convivencias y experiencias comunes entre nuestros profesos, etc.) , exigen de nosotros respuestas adecuadas y urgentes.

La reciente convocatoria del Prior General a todos los Superiores Mayores de la Orden, invitándoles a una reunión en Manila (Filipinas) el próximo mes de septiembre para trabajar el "problema de las vocaciones y la Orden frente al Año 2000", hace que nos situemos en pista y que nos esforcemos por dar nuestros aportes desde América Latina.

Son muchos los retos, muchas las preguntas. Algunas respuestas tendremos que dar a los hombres y sus angustias a partir del Evangelio y del Carisma Agustiniano.

Hermanos, esta es nuestra invitación:
-Recojamos el desafío del presente.
Demos respuesta al Espíritu que nos convoca.
Construyamos así el Reino y la Fraternidad
que, sin duda, serán plenas en el futuro que se vislumbra.

Que el espíritu de Nuestro Padre nos ilumine en nuestro caminar por la ciudad de los hombres hasta llegar a la Ciudad de Dios.

Conocoto, Ecuador, 30 de Enero de 1998.

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