Reunión de Formadores
de América Latina
Documentos de los Encuentros
de Formadores en América Latina
DOCUMENTO DE CONOCOTO-88
Encuentro de Formadores11-30 de Enero de 1988
INTRODUCCIÓN
Hemos estado reunidos un grupo de formadores agustinos provenientes
de varias circunscripciones de la Orden en América Latina,
durante casi tres Semanas en Conocoto (Ecuador) para estudiar,
reflexionar y analizar nuestra formación y nuestra actividad
de formadores. Queremos presentaros a todos los hermanos algunos
aportes, fruto de nuestro trabajo y del caminar de nuestra formación
en América Latina. Se han dado pasos y no pocos; muchos
quedan todavía por darse. El asunto es serio, desafiante
y vital.
Constatamos con alegría que hemos avanzado un poco y
lo recogemos en algunos puntos para que nos sirvan de aliento.
Reconocemos en este sentido la labor y el papel incentivador
y de apoyo ofrecido por la OALA.
Como avances significativos queremos destacar:
1.-La preocupación cada vez mayor en todas nuestras circunscripciones
por una pastoral vocacional seria, adecuada y actualizada a
América Latina y su Iglesia.
2.-El núcleo creciente de vocaciones en casi todas nuestras
provincias y circunscripciones.
3.-La incorporación de un número, cada vez mayor,
de hermanos latinoamericanos a las tareas de formación.
4.-Una creciente sintonía entre los formadores con relación
a las líneas básicas, necesidades, ayuda mutua
y desafíos de nuestra formación en América
Latina.
5.-Una progresiva y mejor capacitación de nuestros formadores.
6.-Se da una nueva imagen del formador: como animador, acompañante
y consejero.
7.-Las comunidades se muestran cada vez más sensibles
a la problemática de la formación y a la acogida
de los jóvenes.
8.-La desaparición progresiva de ciertos provincialismos
y barreras históricas.
9.-La situación de ciertas cuestiones que nos mantenían
en "círculos viciosos" por otras nuevas, más
vitales, actuales y acordes con la realidad.
10.-Frutos de esta "nueva mentalidad" son los Planes
de Formación que ya hay en algunas circunscripciones;
el Noviciado en Colombia, común a varios países;
intercambio de profesos para experiencias pastorales; ayuda
de hermanos de otras provincias para la formación en
diferentes países; etc.
Esta nueva mentalidad brota de un nuevo modelo de vida religiosa,
de la cual los agustinos no estamos, felizmente, ausentes.
El pequeño documento que presentamos quiere sugerir
unas líneas comunes que ayuden en la elaboración
de proyectos de formación, orienten el caminar y establezcan
algunas metas que nos hagan "uno en la pluralidad".
Queremos destacar la importancia, ea términos de reflexión
y aportes, de los documentos de OALA, así como de los
proyectos de formación de Colombia y Brasil. Son fruto
de un trabajo que se perfila cada vez más maduro y coherente.
Dividimos el documento en tres grandes partes. La primera (n
son las Ideas Fuerza que creemos deben orientar todo nuestro
proceso formativo; en un segundo momento (II) las Características
Fundamentales del Hombre Agustiniano para el hoy de América
Latina y su aplicación al formador, al formando y a su
interrelación; finalmente (II) apuntamos Objetivos generales
para cada etapa de formación. Terminamos con una conclusión,
que no quiere ser tal: apunta, más bien, a desafíos
nuevos y perspectivas anchas para una labor formativa cada vez
más fructífera y situada
Queremos, y así os lo expresamos- que todo el proceso
formativo resume un "sabio calor humano en el sentido agustiniano".
Si "la gracia supone la naturaleza", creemos también
que la formación debe tener en cuenta de manera muy significativa,
la dimensión humana y sus valores. Trabajando las actitudes,
revisando y siendo conscientes de las necesidades, podremos
cambiar, de manera más profunda, los comportamientos:
estos corresponderán así a valores realmente evangélicos
e interiorizados y las actitudes consecuentes ayudarán
a la construcción del hombre nuevo y del Reino.
Este proceso, dinámico y vivo, es conversión.
Esta misma debe estar presente en todo nuestro proceso de vida:
¡siempre!
I.-HACIA UNA FORMACIÓN AGUSTINIANA DE AMERICA LATINA
1.-Proceso dinámico: La formación debe basarse
no en un modelo fijo y estático aplicable por igual a
todos los formandos; debe ser más bien un proceso dinámico
y flexible que responda al momento evolutivo de cada persona.
Cada ser humano es un proyecto que ha de estar abierto a continua
reflexión y evaluación, debiendo ser remodelado
de acuerdo a las urgencias, desafíos y experiencias.
2.-Encarnación: La formación debe ser encarnada,
es decir, ha de estar estrechamente relacionada con el medio
ambiente histórico en el cual se desenvuelve, con los
problemas de la sociedad, los afanes y las angustias de los
hombres.
3.-Discernimiento: La formación ha de capacitar para
un análisis crítico de la realidad en la que la
acción del Espíritu de Dios va con frecuencia
entremezclada con sombras, contravalores, confusiones y resistencias
que es preciso discernir en todo momento.
4.-Responsabilidad: La formación ha de llevar al formando
a descubrirse como sujeto responsable autodeterminante de sus
propias opciones, participando y asumiendo las decisiones de
todo aquello que compromete su vida y su futuro.
5.-Comunidad: La formación específicamente agustiniana
conlleva un educar para la solidaridad y fraternidad comunitaria,
esto es, para:
-Una comunidad humana en la que aceptándose cada uno
como es, ofrezca lo mejor de sí para el crecimiento personal
y comunitario.
-Una comunidad de hombres basada en el sentido de la fraternidad,
amistad y en la acogida mutua.
-Una comunidad de hermanos comprometida con las angustias y
esperanzas de todos los hombres, principalmente de todos los
empobrecidos y abierta al servicio de la Iglesia y del pueblo.
-Una comunidad de hombres de fe que por la oración y
la profunda vivencia de Dios sepan cuestionar su vida y su servicio
para que el seguimiento de Jesús sea cada vez más
consecuente y auténtico.
6.-Universalidad: La formación en y para la comunidad
supone una apertura al sentido más amplio de la Orden
agustiniana y de la Iglesia
7.-Autoridad animadora: El formador, más que autoridad
impositiva, ha de ser un compañero de búsqueda
que comparte la misma experiencia comunitaria y que está
comprometido con ella. De esta manera, el formador ha de sentirse
también educado en cuanto que se enriquece personalmente
con los valores vivenciados en la vida comunitaria.
8.-Libertad-autenticidad: La formación agustiniana apunta
a un hombre que actúa "no bajo el peso de la ley,
sino libre por la acción interna de la gracia."
Estimula, por ello, la libertad y autenticidad personales a
fin de que cada formando desarrolle y exprese al modo propio,
sus capacidades y valores específicos, en solidaridad
comunitaria y al servicio del Reino de Dios entre los hombres.
En otras palabras, la formación agustiniana busca construir
la unidad comunitaria sin asfixiar la variedad de las personas
que la integran.
9.-Interioridad: La formación para la comunidad implica
paralelamente un desarrollo de la interioridad, es decir, una
madurez y consistencia personales que capaciten al formando
para una solidaridad abierta y comprometida con los otros, sin
una dependencia emocional y afectiva de los mismos.
10.-Búsqueda incesante: La formación agustiniana
ha de basarse en la búsqueda incesante do la verdad:
Dios-Hombre-mundo, sin dogmatismos estáticos, en un proceso
dinámico de "buscar para encontrar y encontrar para
seguir buscando", desde una perspectiva intelectual, histórica
y existencial.
11.-Alegría de la vocación: Formadores y formandos
avanzan juntos hacia la vivencia plena de los valores del Reino.
Ello implica inevitables renuncias, generosa entrega y muerte
a sí mismo. Estas, sin embargo, sólo adquieren
su sentido en la alegría personal de la propia vocación-
La formación, en consecuencia, no ha de imponer al formando
sacrificio sin la referencia expresa a los grandes valores que
están en juego.
12.-Fuentes: La formación para la vida agustiniana se
enriquece ante todo en la fuente misma de la Palabra de Dios,
en la doctrina viva de San Agustín, en la larga experiencia
histórica de santidad y entrega de tantos hermanos nuestros,
en la vida litúrgica -expresión suprema de la
Comunión-, en la oración comunitaria constante
y en la apertura a las interpelaciones de nuestra realidad.
II.-HACIA UNA FORMACIÓN INTEGRAL AGUSTINIANA EN AMERICA
LATINA
1.-ANTROPOLOGIA AGUSTINIANA:
La idea central en la definición agustiniana de hombre
es que este es "un ser levantado del pecado y elevado a
la dignidad de la divinidad adoptiva por la gracia".
Los rasgos principales de este hombre agustiniano son los siguientes:
1.-Inquieto: Buscador de la Verdad en la vivencia fraterna de
la caridad.
2.-Interiorizado: A la escucha del Maestro Interior.
3.-Humanamente integrado: Comprendiendo las dimensiones afectivas,
sexual, psicológica, social.
4.-Trascendente: Viviendo su alteridad encuentra en los otros
el Rostro de Dios y plenifica su personalidad en la fraternidad
comunitaria y universal.
5.-Profético: Con lucidez crítica para anunciarla
Buena Nueva y denunciar mecanismos, intereses y grupos de opresión
que niegan la Verdad.
6.-Solidario: Junto a los caídos para liberarlos, atento
a apoyarlos aún a riesgo de la propia vida.
7.-Comprometido: Concretizando el ideal de Reino, en la transformación
de la realidad.
8.-Libre: Viviendo sin esquemas impuestos, creando nuevas formas
de vida, libre hasta de sí mismo (de la lógica
del egoísmo) y disponible para los otros (lógica
del amor).
9.-Contemplativo y jovial: Sin perder el sentido de la gratuidad
y de la fiesta, en convivencia fraterna, despojado de corazón,
"retirado" para la interiorización.
10.-Utópico: Encarnando la esperanza escatológica
en esperanzas históricas.
2.-PERFILES DEL FORMADOR Y DEL FORMANDO AGUSTINOS:
Estas características básicas nos inspiran el
perfil del agustino, tanto formador como formando. Por eso consideramos
que el agustino:
1.-Es alguien que siente inquietud sobre sí mismo, la
comunidad, la sociedad y Dios y está dispuesto a realizar
un proceso de madurez junto a otros, superando dificultades,
limitaciones, opresiones, madurando así su vivencia de
Dios.
2.-Es alguien que con la ayuda de Dios, va descubriendo su
yo-profundo, desarrollando su madurez personal teniendo a Cristo
como valor central, en una actitud de escucha al Espíritu.
3. -Es alguien que a partir de la consciencia de que él
mismo y los otros son imagen y semejanza de Dios, es capaz de
liberarse de sí mismo (de la lógica del egoísmo)
y estar disponible para los otros (lógica del realizando
así el encuentro con el Padre.
4.-Es alguien que analiza críticamente la realidad,
sin dejarse aliena por los valores de la sociedad, vive solidaria
y evangélicamente con los pobres, sin miedo a denunciar
las injusticias y los grupos de opresión.
5.-Es alguien que, a pesar de las debilidades y fracasos, no
pierde el sentido de la gracia y se deja influenciar por ella,
colocando el Espíritu en el medio de su vida, viviendo
la fiesta y la alegría en celebración fraterna.
6.-Es alguien que busca realizar en la historia la utopía
del Reino de Dios.
3.-RELACION FORMADOR-FORMANDO (-QUE TODOS SEAN UNO-)
1.-Estos principios, marcados por la figura de San Agustín,
inspiran nuestro ideal de formación, convocándonos
a vivirlos en comunidad en la medida de nuestras posibilidades,
ayudándonos mutuamente "en unidad de alma y de corazón".
2.-Somos conscientes de que queremos vivir este ideal como
proceso. Todo esto significa para nosotros el deseo profundo
de todo agustino y, al mismo tiempo, el ideal que anhelamos
presentar a todos aquellos que aspiran a seguir comunitariamente
los pasos de Nuestro Padre.
3.-Así mismo, somos conscientes de que cada formando
tiene su propio ritmo e intensidad en la vivencia de cada etapa
de la vida religiosa o de cada momento de la formación,
diferencias que es preciso comprender, aceptar y acompañar.
4.-La relación formador-formando se basa en la práctica
concreta de este ideal que, insistimos, queremos vivir como
proceso, como meta que nos orienta, nos desacomoda, nos deja
en tensión concreta en la lucha por la utopía.
5.-En este mismo proceso, el formador agustino, que de alguna
forma ya experimenta este ideal de vida, necesita momentos concretos
de confrontación personal y comunitaria para mejorar
esta relación-
6.-La situación de formador no puede significar, en
ningún caso, privilegio material en relación a
los formandos.
7.-Consideramos que él formador agustino no puede ni
debe creerse esencialmente superior al formando, sino sentirse
como alguien que ya caminó comunitariamente antes que
él y se sabe, como un hermano mayor, dispuesto a ayudar,
a enseñar y al mismo tiempo a ser ayudado y enseñado.
IIL-OBJETIVOS BASICOS DE CADA UNA DE LAS ETAPAS
Partiendo del aspecto dinámico y permanente de la formación,
creemos que las siguientes directrices deben estar presentes
en cada proyecto formativo.
1.-PROMOCION VOCACIONAL
Objetivo general: Fomentar y favorecer la respuesta de aquellos
jóvenes que se consideren llamados
a la vida religiosa y/o agustiniana.
Dimensiones concretas:
1.-En la promoción vocacional debe haber seriedad en
la elección.
2.-Es tarea de toda la comunidad.
3.-Es necesario implicar a nuestras comunidades eclesiales en
la tarea de la promoción.
4.-A los candidatos hay que exigirles madurez humana y cristiana
propia de su edad-
5.-El promotor o equipo debe tener contacto con la familia de
los candidatos.
6.-Es necesario utilizar los medios de comunicación para
una seria divulgación agi.Lsdniana
7.-La promoción vocacional ha de estar integrada en una
pastoral juvenil con orientación vocacional amplia.
2.-ASPIRANTADO
Objetivo general: Propiciar que los aspirantes tengan un discernimiento
de su vocación en una vida agustiniana.
Dimensiones concretas:
1.-Dimensión de la relación interpersonal: esta
dimensión va orientada hacia el desarrollo integral de
la persona y hacia una buena relación con los otros.
2.-Dimensión de formación cristiana básica:
debe llevar al joven a una relación con la Palabra de
Dios, los sacramentos, la oración y a un despertar a
la misión evangelizadora de la Iglesia.
3.-Dimensión intelectual y agustiniana: incluye el desarrollo
del hábito de estudio, el sentido crítico de la
realidad y la capacidad de reflexión y expresión,
así como una información acerca de la Orden, su
carisma y sus actividades.
3.-FILOSOFIA
En este documento entendemos la Filosofía como una etapa
anterior al Noviciado; en caso que sea posterior, es necesario
ver los objetivos del Profesorio.
Objetivo general: Propiciar una experiencia comunitaria típicamente
agustiniana a en la que tenga cabida una experiencia profunda
de la vida cristiana al igual que una dimensión intelectual.
Dimensiones concretas:
1.-Dimensión interpersonal: se caracteriza por una profundización
en la experiencia de vida comunitaria y por un propiciar la
maduración personal, vocacional y un cultivar los valores
humano-cristianos.
2.-Dimensión de espiritualidad: se orienta a la profundización
en la persona de Cristo, hacia una experiencia de Dios, con
una espiritualidad encarnada en la historia de acuerdo al carisma
de San Agustín.
3.-Dimensión espiritual y agustiniana.- se caracteriza
por la adecuada formación intelectual, por orientar a
los jóvenes para una conciencia crítica de la
realidad y por posibilitar el conocimiento progresivo de San
Agustín, su obra y la Orden.
4.-Dimensión pastoral: se orienta al compromiso pastoral
de acuerdo a las prioridades de la Iglesia, exigencias de la
realidad y aptitudes personales.
4.-NOVICIADO
Objetivo general: Experimentar la vida religiosa agustiniana
en vista a una clara y consciente opción por la profesión
de los votos dentro de la Orden de San Agustín para el
seguimiento de Cristo y la construcción del Reino de
Dios en Latinoamérica.
Dimensiones concretas:
1.-Dimensión interpersonal: se caracteriza por la capacidad
de compartir la fraternidad, la disponibilidad y el conocerse
a sí mismo, así como para encontrar el equilibrio
entre lo personal y lo comunitario.
2.-Dimensión de espiritualidad: se caracteriza por la
profundización en la oración personal y comunitaria,
por el favorecer una espiritualidad encarnada y por un reflexionar
sobre la vida religiosa como carisma y como servicio a la Iglesia.
3.-Dimensión intelectual y agustiniana: se caracteriza
por una profundización en temas de la realidad latinoamericana,
teología de la vida religiosa y agustiniana y por un
estudio de los documentos de la Iglesia y de la Orden, así
como de los grandes maestros de la espiritualidad cristiana
y agustiniana.
4.-Dimensión pastoral: se caracteriza por la sensibilidad
hacia las necesidades de la Iglesia local y por un compromiso
con ella en la medida conveniente.
5.-PROFESORIO
Objetivo general: Vivir la consagración religiosa agustiniana
rumbo hacia una opción definitiva de
incorporación a la Orden por la Profesión Solemne.
Dimensiones concretas:
1.-Dimensión de espiritualidad y convivencia: en esta
etapa se debe vivenciar y profundizar una espiritualidad basada
en el seguimiento de Cristo y en el servicio a la Iglesia, según
el carisma agustiniano de acuerdo con la realidad.
2.-Dimensión intelectual y agustiniana.- se hace hincapié
en esta dimensión en una profunda formación intelectual,
en una lectura de los escritos de San Agustín y en un
favorecer posibles especializaciones.
3.-Dimensión pastoral: se caracteriza por un creciente
compromiso pastoral de acuerdo a las opciones de la Iglesia
Latinoamericana, enjuiciado por una actitud crítica y
una orientación periódica.
6.-FORMACIÓN PERMANENTE
Es necesario en esta etapa crear condiciones para que todos
los religiosos tengan una continua revisión y actualización
de su vida personal, pastoral, espiritual, intelectual.
Cada circunscripción verá cómo puede hacer
posible la realización de este objetivo, tan importante
en la vida religiosa agustiniana, tanto a nivel individual como
comunitario:
CONCLUSION
A1 terminar nuestra reflexión, somos conscientes de
que hay "mucho camino por andar". Surgen cada vez
mayores desafíos, si cabe:
1.-La problemática de la inserción y la formación
dentro de ella, apenas suscita, todavía, preguntas entre
los agustinos. Algunas congregaciones han dado ya pasos grandes
en esta dirección que parece ser el futuro de la vida
religiosa en América Latina.
2.-Junto a esto, se presenta el desafío frente a las
vocaciones surgidas de los medios populares e indígenas,
que plantean retos todavía no encarados por nosotros.
3.-La madurez afectiva, preocupación seria dentro de
la vida religiosa actual, es un desafío que nos coloca
delante de dimensiones todavía no suficientemente exploradas
entre nosotros, tanto a nivel personal como comunitario.
4.-Estamos lejos de tener formadores humana, intelectual y
espiritualmente suficientemente preparados
.para esta noble y difícil tarea. Hay buena voluntad,
abnegación, donación; pero la realidad nos muestra,
cada vez más, que no es suficiente.
S.-La preparación de formadores, en Ciencias Humanas
y Religiosas a través de escuelas o facultades especializadas
debe ser prioridad de nuestras provincias. Ya existen escuelas
de este tipo en Brasil, México y Argentina, por ejemplo.
6.-Junto a la opción por el pobre, debe nuestra Orden
hacer una clara opción por el joven en América
Latina. La reciente experiencia del Movimiento Juvenil Agustiniano
en Lecceto (Italia), con participación, inclusive, de
algunos jóvenes de nuestro continente; el surgimiento
del Movimiento Juvenil Agustiniano en Chile e iniciativas similares
en Argentina, Perú y otros países, abren perspectivas
Y desafíos enormes. Trabajar con jóvenes en un
continente joven, en países jóvenes, es ir abriendo
camino, suscitando fe, afirmando la vocación y construyendo
el hombre nuevo.
7.-Esto nos coloca en una perspectiva de vocacionalizar toda
nuestra actividad pastoral, quitando de ella lo que de proselitista
y cerrada pueda ser. La vida es consecuencia del ofrecimiento;
dando se recibe.
Otros desafíos (la consolidación de "noviciados
comunes"; la posibilidad de un teologado latinoamericano;
la continuidad de los programas de Formación Permanente
a nivel de Latinoamérica y cursos y encuentros de formadores,
la abertura a convivencias y experiencias comunes entre nuestros
profesos, etc.) , exigen de nosotros respuestas adecuadas y
urgentes.
La reciente convocatoria del Prior General a todos los Superiores
Mayores de la Orden, invitándoles a una reunión
en Manila (Filipinas) el próximo mes de septiembre para
trabajar el "problema de las vocaciones y la Orden frente
al Año 2000", hace que nos situemos en pista y que
nos esforcemos por dar nuestros aportes desde América
Latina.
Son muchos los retos, muchas las preguntas. Algunas respuestas
tendremos que dar a los hombres y sus angustias a partir del
Evangelio y del Carisma Agustiniano.
Hermanos, esta es nuestra invitación:
-Recojamos el desafío del presente.
Demos respuesta al Espíritu que nos convoca.
Construyamos así el Reino y la Fraternidad
que, sin duda, serán plenas en el futuro que se vislumbra.
Que el espíritu de Nuestro Padre nos ilumine en nuestro
caminar por la ciudad de los hombres hasta llegar a la Ciudad
de Dios.
Conocoto, Ecuador, 30 de Enero de 1998.
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