logotipo de OALA


(Portada Bartolomé Gutiérrez, mártir)

Carta a los Superiores Mayores y Animadores

Curso de Formadores:

- Carta a los Agustinos de América Latina

- Carta a los Formandos

- Carta de Agradecimiento

-Evaluación del Curso

Noticias del Area Educativa

Noticias de Iquitos

Comisión de Historia

Encuentro Profesos (México)

Nuevos Formadores para América Latina

Retiro para las Comunidades

Encuentro Profesos (Cono Sur)

Ordenaciones al Diaconado (Bolivia)

Biblioteca Básica

 

COMISIÓN DE HISTORIA


Fr. Roberto Jaramillo Escutia

Quiero presentarles la próxima obra de la Colección Cronistas y Escritores Agustinos de América Latina 7: FR. PEDRO DE AGURTO, Tratado para que se Administren los Sacramentos de la Santa Eucaristía y Extremaunción a los Indios de esta Nueva España.
Este libro es de un personaje que hoy en día es poco conocido por la inmensa mayoría de los Agustinos que vivimos en este continente. Se trata de una figura emblemática, no sólo para la sociedad Novohispana del siglo XVI, sino también para la Orden de San Agustín. Como podrán enterarse, formó parte del primer grupo de alumnos que se inscribió en la Real y Pontificia Universidad de México para cumplimentar los estudios de teología, obviamente fueron los Agustinos la primera entre las órdenes que inscribió a sus alumnos en dicho centro de estudios. Fue el primer Prior Provincial criollo efectivo entre los Agustinos, en consecuencia el primer nacido en el país que gobernó una Orden religiosa. Así mismo le correspondió ser el primer criollo que fue nombrado Obispo por el rey Felipe II, inaugurando el obispado de Cebú en las Islas Filipinas. La obra que se publicará ha sido catalogada como la primera editada en América por un nacido en ella. La teología en ella desplegada es por consecuencia uno de los primeros frutos de la enseñanza teológica que por estas latitudes se enseñaba; el lector podrá calibrar por el aparato crítico empleado, la calidad de la obra, que aunque breve está plena de ideas y de probanzas.
Por otra parte, el tema tratado en la obra, es de máxima importancia pues se trata del considerado sacramento de la madurez cristiana. Se supondría que después de cinco décadas de evangelización, la aplicación de este sacramento era una cosa normal en la nueva cristiandad, máxime cuando se constata que ya en la primera década se comenzó a dar a los jóvenes que se educaban en los conventos franciscanos, según informa Don Fr. Juan de Zumárraga a su capítulo general celebrado en Tolosa en 1532. Además, no encontramos en toda la legislación eclesiástica, tanto de las juntas, como de los concilios, alguna norma que lo obstaculizara, todo lo contrario más bien se anima a la clerecía a que se les proporcione.
Sin embargo la realidad era otra, pues de lo contrario no se puede explicar que Fr. Pedro de Agurto esté escribiendo en 1573 una obra para convencer a sus colegas de algo tan patente: La comunión se debe administrar a los Indígenas.
Por otra parte, hoy sabemos exactamente, que los ministros evangélicos que dudaban de la capacidad del Indígena para comprender tan alto misterio, procedían sólo por apariencias, pues si hubieran investigado convenientemente la cuestión se habrían dado cuenta que, si de algún sacramento cristiano tenían amplia experiencia los Indígenas era precisamente de este, puesto que en su religión prehispánica practicaban ritos, que tenían la finalidad de unirse con la divinidad a través de signos visibles, es decir con la misma intencionalidad que los cristianos, participaban de una comunión.
Por todas estas razones, la obra de Agurto es muy interesante pues nos sumerge en un ambiente y en una lógica, que no por ser de otro tiempo nos es ajena, ya que desafortunadamente en el ambiente eclesiástico, se continúa abusando de un paternalismo exagerado, en donde más que protección al otro, se manifiesta una seria desconfianza a la persona, lo que simplemente demuestra insatisfacción por nuestro propio trabajo: No hemos sabido formarlas.