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Cuaderno de Trabajo No. 2:

Carta de Introducción

Perspectivas teóricas de la infancia y de la adolescencia

Inculturación del Ratio Institutionis en América Latina

Parte I

Parte 2

Justicia Y Paz Desafío de la OALA

Parte 1

Parte 2

Parte 3

 

 

Justicia y Paz: desafío desafiante en la OALA


Introducción
Hace ya bastantes años atrás, aprendí de P. Javier Parietti , que una forma de orar era caminando por la calle y mirando a la gente, además de observar cómo había gente que sacaba de los basureros su comida cotidiana.
En ese proceso, se fueron dando distintas alternativas de compromiso, ellas me llevaron a distintas formas de inserción e intento de radicalidad de vida, es cierto, que eso no fue ni es tan fácil aún hoy en día, pero influyeron experiencias radicales de hermanos como el P. Luciano en Brasil, P. Lucio van Tilborg en Bolivia y tantos otros, que me ayudaron a integrar ciencia con conciencia.
Ahora, por azares del destino, me hallo como responsable de la Comisión de Justicia y Paz de la OALA, lo cual me permite reflexionar un tema bastante interesante y de nueva forma de desafío para esta nuestra patria y matria grande.
El tema en cuestión busca ante todo reflexionar y dar elementos de análisis, los cuales nos ayuden a encontrar caminos de compromiso y búsqueda conjunta desde nuestro carisma agustiniano, se intento presentar un pequeño ensayo, en el cual se integrar reflexión con un marco teórico básico de referencia, además de presentar algunos documentos de la Orden y el acuerdo final de Belo Horizonte, Brasil, con el fin de provocar reflexiones, las cuales podremos compartirlas en un próximo futuro.

1. Marco Conceptual

Hablar del tema de Justicia y Paz, presupone un pensar en tres palabras clave: corresponsabilidad; respeto por y con el otro; y ante todo un criterio de equilibrio dinámico.
La primera, parte del sentido profundo de nuestra fe, pues la experiencia del Resucitado, hace que uno encuentre su labor cocreadora como parte fundamental de un vivir la fraternura y el creavivir como ejes centrales de nuestro compromiso de opción de vida.
Elementos que nos llevan a descubrir la capacidad de contemplación y acción en medio de un carisma que tiene como clave la vida comunitaria, inserta dentro de una espiritualidad que lleva dentro de si los elementos de contemplación y acción.
El segundo criterio, va de la mano de la comunidad, pues para vivir en comunidad, es necesario el poder descubrir a la alteridad como una base central desafiante y revolucionaria en un contexto tan "egolátrico" de la Condición posmoderna.
Esa propuesta, nos está llevando a una serie de negaciones e idolatrizaciones, las cuales deberán ser repensadas y comprometidas desde un valorizar al otro desde un gastar la vida junto a los demás, por lo cual, cada uno deberá entender, que su compromiso no es casual, sino causal.
El tercer elemento, nos lleva a trabajar un compromiso de ecología profunda, pues ella supera la visión de medio ambiente, para tomar en cuenta que es un ambiente total, eso significa, un saber descubrir, que muchas veces la parcialización o la visión parcial de la realidad, es un atentado contra el contexto en el cual queremos vivir la radicalidad de nuestra opción.
Por lo cual, debemos tomar en cuenta, las percepciones socio-culturales y religiosas de la Opción por la Justicia y la Paz que hicimos como parte de una gran familia llamada San Agustín.
Es a nuestro parecer, el tomar en cuenta, la dimensión de memoria histórica, compromiso futuro y realización escatológica (o utópica), a partir de los cuales, simplemente podamos colaborar minimamente a "tener una sola alma y un solo corazón orientados hacía Dios"
1.1. Justicia
La palabra, nos lleva a una reflexión de tipo jurídico, desde ese punto de vista, implica: "el juez dicta justicia haciendo respetar la costumbre o la ley. La noción moral es más amplía: la justicia da a cada uno lo que es debido, aun cuando esto debido no este fijado por la costumbre o por la ley; en derecho natural, la obligación de justicia se reduce en definitiva a una igualdad que se realiza por el cambio o la distribución"
Cuando hablamos del sentido religioso, principalmente en el Antiguo Testamento , nos encontraremos con afirmaciones comparativas, las cuales atribuyen a Dios la plena potestad sobre la potestad sobre la decisión e implantación de la misma.
De ahí que se presente en el Antiguo Testamento como rectitud, santidad, perfección, etc. Términos que implican un atributo para Dios, como también la consecuencia lógica de aquellos que siguen a Dios.
El ejercicio de la justicia, es la exigencia plena a los que hacen justicia en la sociedad israelita del AT, para posteriormente ser la parte fundamental del grito de los profetas.
El profetismo, sólo podremos entender, a partir de una fidelidad a la Alianza: "Yo seré tu Dios y tú serás mis pueblo", afirmaciones que implican una justicia equitativa, basada en una interpretación y compromiso desde los mandamientos, pero radicalizada en el compromiso exigido por los profetas, principalmente a las autoridades y ante todo, al pueblo que asumiendo la Alianza no vive de una manera coherente con los compromisos asumidos.
En el Nuevo Testamento, nos encontramos entre la tensión jurídica exigida por los fariseos y letrados, versus la justicia hipócrita y manipulada por aquellos que desde sus propuestas personales universalizan una percepción de anteposición legal por encima del compromiso coherente y consecuente con la Alianza.
Es esa la propuesta diferente de Jesús, que Jesús, no busca ser un reformador social o un juez, sino que su propuesta invierte el conjunto de normas estipuladas, para poder ser leídas desde otra óptica diferente. Eso implica un pensar la fe como una unidad entre la justicia realizada entre los seres humanos, como parte de la plenitud de la Alianza, pero ante la carencia de esa dimensión, Jesús muestra la importancia de la "piedad legal", la cual no simplemente proviene del cumplimiento, sino del descubrimiento de la Plenitud de la justicia.
Una de las claves para entender el mensaje del N. T. Podemos encontrar en la propuesta de anteposición de la confianza en Dios, antes de la confianza en las leyes humanas. Podríamos inferir, que probablemente, dentro los términos de "pobre", "humilde", "misericordia" incluía la concepción de justicia.
En síntesis, podemos afirmar, que dentro la afirmación de "reino de Dios" nos encontramos delante la afirmación radical de la justicia.
Ya en la teología Paulina, nos encontramos a la dimensión escatológica del término, pues será en el juicio final en el cual se dará la plenitud de la justicia. De ahí, que en Pablo nos encontraremos a la Justicia como la Gracia entregada por Dios por medio de Jesucristo.
Ya para terminar este pequeño viaje por el paisaje bíblico, es interesante descubrir, como al final del Apocalipsis nos encontramos, con el reto de la plenitud de la Justicia, en las afirmaciones de la plenificación de la Alianza: Cielo nuevo, Tierra nueva, Nueva Alianza, etc.
1.2. Paz
Todo ser humano a lo largo de la historia, anheló buscar la paz, de ahí la importancia de entenderla desde su acepción y percepción, de tal manera que nos encontraremos en la Sagrada Escritura, como el proceso mediante el cual sería "La búsqueda de la verdadera paz, la cual se halla en oír y proclamar el proyecto propuesto por Jesucristo.
La raíz etimológica la encontramos en la palabra Alm., que significa hallarse intacto, completo (Job 9,4), pero ella no significa simplemente la ausencia de guerra, sino, que nos remite a la armonía en tres niveles básicos, consigo mismo, con la naturaleza y con Dios, eso implica que no es la paz pasiva, sino la paz activa, la paz dinámica que desafía a entender al mundo y a la alianza como plenitud de la vida.
Una de las mayores aplicaciones al término, se dio, desde la perspectiva del Alm., desde la perspectiva de paz y bienestar, pero tomada desde un visión de paz dinámica, lo cual nos desafía a superar la visión estática con la cual muchas veces se entiende, ya que se la presenta como la mera ausencia de violencia o como la paz pasiva.
En nuestro continente, necesariamente, debe conllevar, propuestas como una dinamicidad, que implique condiciones mínimas de vida y sobrevivencia, de tal manera que se pueda asumir proyectos de compromiso e inserción profunda en un proyecto de elementos de equidad.
En el Nuevo testamento, nos encontramos con una paz producto de un bien venidero, eso implica, que la mediación necesaria, nos debe llevar a descubrir una paz cristocéntrica, la cual fundamenta una espera de la parusía escatológica, desde una propuesta de encontrar el sentido y fundamento en Cristo.
En términos generales, la paz ofrecida por Jesús de Nazaret, es una paz conflictiva en muchos casos, pero que en medio de la controversia nos ofrece la posibilidad de encontrar la paz, desde una superación del pecado, el cual tiene dos parámetros válidos: personal y social.
En Pablo, nos encontramos como una condicionante y deseo explícito para las comunidades a las cuales dirige sus cartas, unido al elemento de la "Gracia", podemos ver, en medio del discurso Paulino, que la paz, proviene de la acción salvífica presentada y otorgada gratuitamente por Cristo desde la máxima expresión de la muerte y resurrección.
Ya para terminar ésta aproximación brevísima a la dimensión bíblica considero de suma importancia el tomar en cuenta el salmo 85 (84), pues en el texto nos dice que "justicia y paz se besan" (en otras traducciones, se tiene que Justicia y Paz se abrazan), elementos indispensables y enriquecedores, para poder percibir, que las dos palabras propuestas, van de la mano y que permiten un abordaje positivo y propositivo de la misma, desde una visión amplía e integradora.

2. Marco Histórico

No es nuestra intención, hacer un análisis detallado de la Justicia y la Paz, sino ante todo intentar tener un acercamiento a los tópicos de estas dos palabras tan importantes y motivadoras del trabajo de nuestra área.
2.1. La patrística
Para la época patrística, nos encontramos con la acepción de Justicia, en dos acepciones: una jurídica vinculada estrechamente con el ambiente judicial realizado en conformidad con las normas vigentes; otra, ética, que designa la conducta del hombre ante la ley en sus diversas articulaciones.
Las fuentes de la justicia de los cristianos, son: Dios que la concede a cambio del sacrificio que le ofrenda nuestra justicia humana (Orígenes), el amor de Dios (Clemente Alejandrino), y Cristo que es la justicia misma y substancial, de la que procede la justicia que habita en cada creyente, de suerte que en aquellos que se salvan existen muchas formas de justicia (Orígenes).
En la época patrística, no se identifican fidelidad y justicia porque la justicia es un camino que tiende a perfeccionarse (Clemente Alejandrino).
La frecuentes menciones de la justicia de Dios, se reducen fundamentalmente a dos acepciones: la justicia que corrige y la justicia que recompensa (Basilio), una y otra por tanto en el ámbito de la justicia distributiva.
Ya al buscar la palabra paz, nos encontramos que uno de los principales exponentes en la época de patrística fue San Agustín, en este acápite, presentaremos a algunos padres, para poder presentar más detalladamente la propuesta de Agustín de Hipona.
Se puede decir, que la paz tuvo tres percepciones: La paz en relación con Cristo, paz de cada persona (Ef 2,14); la paz de Cristo como fruto del Espíritu (Gal 5,22), concedida a quien cree en Cristo; la paz en relación con las instituciones, civiles y religiosas, respecto a los pueblos que disputan su supremacía en los bienes económicos y en los modelos culturales utópicos y políticos..
La primera acepción, se la presento a través de la liturgia, la segunda en la dialéctica ortodoxia - heterodoxia, y la tercera estuvo sujeta a la evolución de la comprensión de su situación en el mundo.
Antes de Constantino, inclusive se llegó a prohibir al catecúmeno y bautizado matar en la guerra y alistarse en el ejercito, y al juez usar el ius gladii. De ahí que podremos encontrar frases como : no me es lícito luchar.
Posteriormente también encontraremos la perspectiva de relaciones armoniosas entre Iglesia y Estado. Llegando a proponerse, que las guerras debían solucionarse en la mesa de negociaciones y no con guerras (Epp. 220; 229; 130; 231).
La paz, figura en la aclamación funeraria in pace, que nunca usaron los paganos y que es muy frecuente en la epigrafía cristiana, lleva consigo la carga escatológica de la relación plena con Dios.
2.2. San Agustín
Para entender a Agustín en cuanto a la justicia, debemos partir, necesariamente del principio: "da a cada uno lo que es debido", elemento básico en la propuesta agustiniana, pues nos lleva a descubrir la validez de una justicia distributiva, la cual tiene como base el compromiso con la equidad, la cual supera la igualdad, además que implica la plena comprensión del proyecto de Jesucristo.
Su base, se halla en la experiencia del amor, pues presupone, la plena constatación de "no debas a nadie, sino el amarse unos a otros", que será la base de la justicia distributiva, base que necesariamente marcará toda la visión de occidente, además de que la representatividad de Agustín es indudable.
Es la superación de la justicia, que supera la mera acción distributiva, sino que tiene como base la experiencia del amor, la cual supera la competencia y el amor a si mismo, de ahí que se nos propone "amar a los otros porque son justos o para que sean justos" (Trin. 8,9), con lo cual podemos afirmar que para Agustín el vivir justamente es amar significa amar a nuestros semejantes de una manera que nos ayude a vivir justamente permitiéndoles amarse a sí mismos, amar a sus semejantes y amar a Dios de manera prescrita por la ley divina y por el ejemplo de Cristo.
Para Agustín, se debe entender a la justicia como "la recta relación", esa percepción se halla en concordancia con la visión paulina de la dikaiosyne (traducida correctamente por "justicia" o por "rectitud"), por lo cual podemos descubrir que en Agustín nos encontramos delante la visión del orden de los amores como base fundamental para llegar a la verdadera justicia.
Dando un salto, hacía el ámbito político, ella sintetiza y relaciona entre sí elementos filosóficos, bíblicos, soteriológicos y epistemológicos que aparecen en su propuesta teológica. Por lo tanto, la justicia en la sociedad política y en su dirigentes es siempre - en el mejor de los casos - una justicia parcial, contingente, sujeta a reforma a base de la experiencia y de una constante conversión del corazón obrada por la gracia.
El término paz, se puede entender como la ausencia de disensiones y conflictos, de ahí que también podemos encontrarla en el orden hacía el amor mayor. La paz se encuentra en la tranquilidad del orden.
Es un término que se halla más 2500 en las obras de San Agustín, la fuerza impulsora la encontramos al igual que en nuestro tiempo, en el deseo de felicidad y nadie puede ser feliz sino tiene paz.
La meta de todo ser humano es encontrar la paz, pero el camino para encontrarla es difícil. La paz depende de una voluntad buena, una voluntad que esté impulsada por un amor ordenado, y en esas circunstancias actuales es difícil de mantener (exp. Prop. Rm 13-18; en. Ps. 121.12).
En una primera instancia de Agustín, la encontraremos en la voluntad humana, para ya en su etapa teológica, descubrirla en la Gracia de Dios. Sacó la conclusión de que la paz es verdaderamente un don de Dios, y no una realización humana (civ. Dei 15,4).
Para que una persona tenga paz perfecta, tiene que haber armonía interna y externa. El cuerpo ha de tener un equilibrio ordenado entre las partes; el alma, una satisfacción ordenada de sus apetitos. Los apetitos sensuales no han de apetecer ni demasiado mucho ni demasiado poco de las cosas materiales que son necesarias para el sustento de la vida física. Los apetitos intelectuales han de reflejar una correspondencia entre el deseo y los valores morales. La paz interna de una persona depende del buen orden que exista entre el cuerpo y el alma y la salud en la totalidad del ser vivo. La paz entre los hombres llega con una amistad ordenada o "unidad de corazón" (concordia). La paz en la familia llega cuando tal amistad se refleja en un arreglo armonioso entre la autoridad y la obediencia entre las personas que conviven. La paz entre las personas que viven en una comunidad política se basa en una armonía entre los gobernantes y gobernados. Finalmente, la paz de la ciudad celestial, la sociedad más ordenada y armoniosa se realizara al final de los tiempos, cuando los hombres y los ángeles se gocen en Dios y se gocen los unos en los otros a causa de Dios.
En síntesis, la Justicia y la Paz, en la proyección de Dios, tiene como elemento clave el orden hacía el bien mayor, el cual se podrá conseguir en la media en la que integremos dentro nuestra vida la exterioridad y la interioridad, en equilibrio hacía el supremo bien, el cual será el reflejo de relaciones armoniosos, de acuerdo a las necesidades y aportes de cada uno.
2.3. Historia de la Iglesia de América Latina
No es nuestra intención, realizar toda una reflexión en torno al tema, ni un análisis sucinto de la misma, sino, dar algunos puntos de apoyo, los cuales nos permitan integrar en nuestra reflexión sobre el tema desde la óptica de nuestro continente.
Desde la visión de nuestras culturas, la paz, solamente es posible en tanto y en cuanto la relación: YO-TU-COMUNIDAD-COSMOS se encuentre en equilibrio, de ahí que muchas de las posturas que aún prevalecen, pasan por el principio de la gratuidad y el agradecimiento.
No es una relación de ausencia de violencia, ni de una paz pasiva, sino que implica dentro de ella unas relaciones de reciprocidad, donde el criterio básico del bien personal, pasa por el filtro de una relación armónica con el medio y la comunidad.
La propuesta de la Iglesia, desde su llegada a nuestro continente, paso por lo individual, de ahí que muchas veces o las más de las veces, la propuesta de salvación individual no sea comprendida por nuestros pueblos o simplemente el hecho, de integrar distinto tipo de cosmovisión para buscar la Justicia y la Paz.
En la época primera de nuestra Iglesia en América latina, resalta el sentido de Justicia y Paz en tres probables dimensiones:
" La Paz producto de la imposición y de determinados valores, los cuales, llevan al originario de América Latina, a una asimilación de la propuesta cristiana, desde la paz escatológica mediata, sublimada y mediatizada por la presencia de los cuerpos extraños al medio.
" La paz, producto de la apropiación inmediata, para lo cual se recurre en muchos casos a la fuga mundi, es decir, al suicidio colectivo, la muerte de los bebes ahorcándoles con el cordón umbilical o simplemente, la negación de ciertas celebraciones de fe contrarias a su cosmovisión.
" La paz producto de la violencia, dada a partir de la oposición y/o asimilación, de tal manera que se pueda conseguir espacio de paz y libertad, los cuales crean pequeños espacios de sueño de una mejor realidad a ser construida (podemos situar todos los movimientos libertarios)
" La Paz, como producto de una vida pasiva, donde ella se da a las personas que consiguen todos sus fines y procesos vitales, sin preguntarse la relación con el otro.
Ya en tiempos actuales, la experiencia no es muy diferente y siguen los parámetros arriba mencionados, donde en momentos fuertes como los de la Seguridad Nacional, la paz es conseguida producto del silenciamiento de cualquier postura divergente del orden establecido, eso implica, una propuesta de eliminación del contrario como base de la ansiada paz pasiva.
Enumeremos la visión de justicia y paz en la primera época: la imposición y el ansía de riqueza, lleva a la eliminación de cantidades ingentes de vidas humanas e inclusive a la eliminación de pueblos enteros, para que cuando se terminen todos ellos se traiga personas de África, con la excusa de que ellos "no tenían alma". No podemos ser del todo negativos, pues también hubieron buenos intentos de reclamar la justicia para nuestro Continente, en voces como las de Bartolomé de las Casas o Antonio de Montesinos, sin contar la gran cantidad de misioneros, los cuales con la mejor de las intenciones llego a inserirse en medio de las comunidades originarias.
La segunda etapa, podemos situarla, en la época de la guerras de la independencia, donde no pocos cristianos desde su opción de fe van a enlistarles en las filas patrióticas, para de esa manera conseguir que se forman nuevas formas de dominación y control de las sociedades emergentes. No debe ser casualidad que el Acta de la Independencia del Ecuador se haya firmado en nuestro convento de Quito.
Ya en tiempos recientes, voces como las de Monseñor Romero, fueron acalladas, pues su grito no era del agrado de los gobernantes de turno y la búsqueda de condiciones mínimas de vida, llevó a opciones radicales de buen número de cristianos y cristianas, no es casualidad, que la actual coyuntura, llevo dentro de su carga histórica la sangre de tantos hombres y mujeres que gastaron su vida por sus ideales.
Las reuniones de las Conferencias Episcopales de América Latina, son un hito importante en el compromiso solidario de la jerarquía eclesiástica es de particular importancia para nuestro análisis: Medellín Puebla y Santo Domingo, pues, será en esos espacios donde salga a luz pública el compromiso con la vida y la no violencia en nuestro continente.
En la actualidad, considero, que se viven los tres modelos de Iglesia: paternalista, comprometida y la pasiva, donde simplemente en medio de un tiempo de desierto de la Iglesia Católica, además de muchas denominaciones cristianas y no cristianas, se va viviendo y caminando hacia una paz intimista, la cual no tiene o simplemente poco incide en la búsqueda de la paz social y comunitaria
3. Justicia y Paz en la Orden de San Agustin

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