OALA Asamblea Homilía de Mario Mendoza

Los últimos Capítulos Generales nos han desafiado a dirigir nuestra mirada en el ya cercano Tercer Milenio, invitándonos con una preparación insistente que supone serias consideraciones sobre nuestra presencia en este mundo en el que vivimos. Así mismo, el Capítulo del año pasado nos ha insistido en "contemplar nuestra realidad con ojos agustinianos" y descubrir en ella la presencia de Dios que se nos descubre en los signos de los tiempos y lugares. En América Latina hemos acogido este reto y hemos iniciado a través de un proceso, que está suponiendo revisar especialmente nuestras obras y servicios, no sin antes estar sufriendo en cada circunscripción el reconocer errores y proyectar nuevos esfuerzos de trabajo comunitario en búsqueda de la santidad personal y comunitaria, con el dinamismo del Corazón Nuevo.

Es precisamente, en este contexto, en el que hemos situado el tema de esta XIV Asamblea General de la Organización de Agustinos de Latinoamérica evaluando nuestra presencia como institución a lo largo de 30 años de protagonismo.

Fraternalmente han revisado las luces y sombras presentes en esta historia; han discutido sobre la formación de los nuevos agustinos al estudiar y aprobar el Documento de Panamá sobre la Inculturación de la Ratio Institutionis en nuestras tierras; han evaluado la labor realizada en los últimos cuatro años y han elaborado el Proyecto que asumirá la Nueva Directiva elegida por Ustedes.

Ello ha supuesto muchas horas de estudio y reflexión personales, diálogo sincero y discernimiento comunitario, pero también algunos momentos de oración y participación en la Eucaristía, en torno a la Palabra de Dios. Especialmente en nuestras celebraciones de fe, hemos puesto en común los fenómenos que contrastan en nuestra realidad y que interpelan directamente nuestro estilo de vida. Hemos hecho preces para que el Señor escuche bondadoso nuestros ruegos, los cuales se han hecho solidarios al clamor de nuestros diversos pueblos y culturas; hemos pedido también por aquellos hermanos que han provocado situaciones de injusticia, corrupción y violencia; hemos compartido también, el Sacramento que realiza la verdadera fraternidad y que reconcilia todas las cosas y a todos los hombres.

Al llegar a la conclusión de nuestro trabajo, tantas horas de estudio, de iluminación de la fe, de diálogo fraterno, de oración común, de disensión serena, de convivencia fraterna, de animación común, no pueden quedarse escritas sólo en las Actas de esta Asamblea, deben ser puestas en torno a este Altar, para que cumplan su objetivo, es decir, la edificación del Reino de Dios, en donde nosotros aquí presentes y con nosotros, nuestros hermanos agustinos, nuestras comunidades y nuestras culturas, se alientan en la esperanza de un Espíritu Nuevo, por el vínculo de la caridad que nos ha puesto en un lugar privilegiado de servicio, como Superiores Mayores y Regionales o como Delegados de Base.

Finalmente, al contemplar la realidad con ojos agustinianos, y la carga ambivalente de los tiempos y de los lugares que contemplamos, no queda más que volver nuestros ojos a Jesucristo que nos acompaña y que está presente con nosotros todos los días hasta la plenitud de la historia. Con la fe puesta en el Señor, recordamos sus palabras: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida", las cuales al mirar el Proyecto de trabajo encomendado a la Directiva General de OALA suenan con mayor énfasis en mi corazón para renovar con Ustedes nuestra confianza en Dios. Pero me hacen recordar un comentario de Agustín: "Nuestro Camino quiere caminantes. A tres clases de hombres aborrece el Señor: al que está quieto, al que retrocede, al que anda fuera de Él. Guarde y defienda el Señor nuestros pasos de estos tres malos géneros de hombres" (De cantico novo 4).

Fr. Mario Mendoza Ríos, OSA

Lima a 4 de Febrero de 1999.

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