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Conclusión de la Celebración
de los 40 Años de OALA
Santiago, 23 octubre 2009
Homilía

Fr. Roberto Prevost, OSA
Prior General

Celebramos esta Eucaristía en acción de gracias por los dones recibidos en el encuentro de estos días, y también durante los 40 años desde la fundación de la Organización de los Agustinos en Latinoamerica.

En el evangelio, hemos escuchado las palabras de Jesús, quien nos habla de la capacidad que tenemos para entender los signos que encontramos alrededor de nosotros: si va a llover, si hará calor, según las condiciones de la tierra (Lc 12, 54-59). Nos invita a hacer lo mismo, leyendo los signos de nuestros tiempos, con la llamada buscar la justicia en nuestras actividades.

En los documentos del Concilio Vaticano II, sabemos que el tema de “los signos de los tiempos” fue importante. La Iglesia, en su reflexión, quiso renovar su modo de entender su propia misión, y también la relación que tiene la Iglesia con el mundo (Lumen gentium; Gaudium et spes). Recordamos bien que el Papa Juan XXIII invitó a toda la Iglesia a vivir con el espíritu de renovación, buscando un adecuado “aggiornamento” – renovación según la realidad de hoy – para que la Iglesia pudiera ser más eficaz en su misión de anunciar el evangelio de Cristo.

En este mismo espíritu profético, nació hace 40 años la Organización de agustinos de Latinoamérica, y en esta celebración queremos recordar a aquellas personas que desde el momento de la fundación, trabajaran para hacer realidad esta organización que tanto ha dado para hacer crecer el espíritu de renovación de la Orden en América Latina. Hoy, en modo particular, recordamos a P. Pedro López, de la Provincia de Chile, Asistente General (1983 – 1989), a quien se dedicará una lápida en esta iglesia al final de la celebración. Hay otros agustinos quienes participaron también en los momentos fundacionales de OALA, y por ellos todos queremos dar gracias a Dios. Muchos de ellos tuvieron una visión profética; sabían leer los signos de los tiempos, y con sus esfuerzos se creó una organización que sigue contribuyendo mucho a la vida de la Orden hoy.

Queremos recordar también los acontecimientos organizados por la OALA, como también los valores que han sido promovidos por medio de las actividades e iniciativas de la OALA. Menciono en modo particular el gran valor del diálogo y la colaboración entre las circunscripciones, especialmente en el área de la formación inicial y permanente.

La OALA ha sido instrumento de renovación en toda la Orden. Un sencillo pero significativo ejemplo de esto se puede ver en una reflexión de los documentos y las propuestas aprobados en los últimos capítulos generales de la Orden. Muchas veces, las propuestas estudiadas y aprobadas en los capítulos nacieron en las Asambleas y encuentros de OALA. Específicamente, tenemos que reconocer el papel de la OALA por el hecho de encontrar hoy la afirmación de la “opción preferencial por los pobres”, opción que es de toda la Iglesia, en nuestras Constituciones. (Ciertamente, el hecho de encontrar la afirmación es una cosa; lograr vivir esta opción es un reto que no puede quedar en los documentos.)

Quiero mencionar también los temas relacionados con la promoción de la justicia – muchas veces estos también han llegado a toda la Orden gracias a la iniciativa y a la visión profética de los participantes en los encuentros en América Latina. En este continente, continente de la esperanza, ha habido y hay religiosos que quieren vivir su compromiso con Jesucristo en un modo concreto, inculturado, coherente con la vida de Jesús y con las enseñanzas del Evangelio.

Y sabemos también que aquí hay proyectos de futuro, que son importantes para toda la Orden, como lo que hemos dialogado hoy en nuestro encuentro, estudiando la misión de los agustinos en Cuba, una misión que exige de todos nosotros una respuesta clara y decidida.

Demos gracias a Dios, hermanos, y a todos aquellos que han dado su vida trabajando en el proyecto de los agustinos en América Latina. Queremos agradecer también a la Provincia de Chile por la acogida, la hospitalidad y todo el trabajo de organización de estos días del Simposio.

El Papa Juan Pablo II, en el documento sobre la Vida Consagrada, dirigió estas palabras a todos los religiosos:
“Ustedes no solamente tienen una historia gloriosa para recordar y contar, ¡sino una gran historia que construir! Pongan los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu les impulsa para seguir haciendo con ustedes grandes cosas!”

Pongamos nuestros ojos en el futuro, sigamos buscando cómo entender los signos de los tiempos, para que los agustinos de América Latina puedan seguir participando en la construcción del Reino de Dios.