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Explicación del Mosaico


La siguiente lectura de San Agustín introduce el comentario sobre el mosaico.  Luego hay la explicación de P. Alan Fitzgerald quien supervisaba la obra. Para ver fotos más precisas del mosaico, sigue en enlanza al izquierdo.

“El Señor de los cielos…. estaba preparado para ser un huésped, para que tu pudieras tener la bendición de acogerlo, y no porque él estuviera necesitado” y continúa “Elías no tenía ninguna necesidad pero fue mandado a la viuda de Zarepta, Dios le dijo: ve donde la viuda, para que ella te alimente” y sigue aun, “no digas en tu corazón yo doy él recibe, yo lo hospedo él no tiene morada pues tal vez tu necesidad es más grande, tal vez a quien tu hospedas es sólo una persona y necesita pan, tu necesitas la verdad, él necesita refugio, tu necesitas el cielo, él necesita dinero, tu necesitas justicia....

Con frecuencia, Dios reduce a la indigencia a sus siervos, a los que podía alimentar él mismo, para encontrarlos entregados al trabajo. Nadie se ensoberbezca porque da algo a un pobre: Cristo fue pobre; nadie se vanaglorie porque ofrece hospitalidad: Cristo fue huésped. Mejor era el huésped que el hospedero; más rico el que recibía que el que daba. En consecuencia, hermanos míos, que nadie se ensoberbezca cuando da algo a un pobre; nadie diga en su interior: "Yo doy, él recibe; yo lo acojo, él necesita techo". Quizá es más lo que tú necesitas; quizá es un santo tu huésped: es tiene necesidad de pan, tú de verdad; él necesita techo, tú cielo; el dinero, tú justicia.” (Sermon 239, 2,2. 4,4)

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NUEVA CAPILLA EN SANTA MÓNICA

Por: Allan Fitzgerald, OSA

El pasado 3 de marzo, la comunidad del Colegio Internacional Santa Mónica, en Roma, inauguró la renovación de la capilla privada del convento con una solemne celebración litúrgica precedida por monseñor Giovanni Scanavino, obispo agustino de Orvieto Todi, y asistida por varios agustinos y amigos de la comunidad. Allan Fitzgerald, miembro de la comunidad estable del Colegio, que guiara y promoviera la renovación de la capilla desde el principio, comparte brevemente con nosotros los esfuerzos y los logros de los últimos cinco años.

Una breve conversación con un hermano agustino, hace ya cinco años, me inspiró y me motivó a sugerir a la comunidad la renovación de la capilla privada del colegio. Tengo que reconocer que me sorprendió no encontrar ningún tipo de oposición por parte de los hermanos del capítulo, no obstante la idea pudiera parecer algo extraordinaria, pues sabemos que tales cambios no siempre son fácilmente aceptados en una comunidad religiosa. La reacción de la comunidad fue positiva incluso en relación a los costos, la única preocupación fue solamente el tener algunos cálculos sobre el monto aproximado de la inversión. Esto me dio gran seguridad y confianza en la “mano” de Alguien que nos estaba ayudando directamente y que sin duda estaba detrás de todo este proyecto que apenas iniciaba. Alguien con quien habíamos estado en un espacio sombrío y mudo durante los últimos 25 años. Creo, decididamente,  que ese Alguien ¡tenía que estar deseando que se hiciera una propuesta!

Cuatro hermanos agustinos provenientes de España, Brasil, México e Inglaterra y quien les habla, conformamos una comisión ad hoc, e iniciamos inmediatamente a tener algunas conversaciones y cálculos de presupuesto, primero con un arquitecto argentino que estaba estudiando en Roma, y posteriormente con el P. Marko Rupnik, sacerdote jesuita de Eslovenia que había renovado una de las capillas privadas del Papa y que la había adornado con unos mosaicos cuyas imágenes han dado la vuelta al mundo. Para nuestra maravilla y fortuna aceptó con alegría nuestra propuesta reduciendo incluso los costos que se habían calculado anteriormente.

En el otoño del año pasado de los planes se pasó directamente a los trabajos.  Los primeros en llegar fueron algunos trabajadores cuya misión era colocar una pared resistente en la parte anterior de la capilla, donde ha estado por años  una cortina gris, detrás del altar. Auténticos artesanos, hicieron su trabajo en silencio y con una seriedad admirable. Cuando las nuevas piezas de mármol fueron colocadas, uno de los artesanos para concluir el trabajo tuvo que modelar una de ellas,  observándome  me dijo: “Yo también soy un artista”. Días después me preguntó sobre la fecha de la inauguración y dedicación de la nueva capilla, tal vez para apreciar el trabajo de quienes construirían sobre lo que él había hecho.  Cuando estuvo acabada la pared, y el mármol en su sitio y brillante, era hora de dar inicio a la transformación del espacio con piedrecillas y piezas coloridas que nos dieran la bienvenida a la capilla por los siguientes años. Dos días antes del miércoles de ceniza, 14 jóvenes artistas llegaron a nuestra casa y empezaron a trabajar en los mosaicos, se necesitaron siete largas jornadas que iniciaban a las 9 de la mañana y se extendían hasta las 8 de la noche.

Algunas semanas antes de los inicios del trabajo, el P. Marko había  pedido a nuestra comunidad que oráramos por ellos. Él sabía que la transformación de un espacio físico en un lugar de oración requeriría mucha energía espiritual. Compartió con nosotros, además, que ellos siempre que empezaban un trabajo lo hacían con un momento de oración para que el Espíritu Santo inspirara sus manos y para poder trabajar juntos en caridad, pues han querido siempre que su trabajo sea expresión de algo más que un mosaico, algo más profundo, que sea una pared modelada por corazones orantes. Después de todo, un trabajo que es hecho con oración invita a la oración. Las piezas bien colocadas expresan realmente belleza y, al mismo tiempo, invitan a los que estén allí a la interioridad.

El grupo de artistas era realmente heterogéneo, estaba constituido por jóvenes de Croacia, Ucrania, Serbia, Eslovaquia, Georgia, Líbano, Montenegro, Eslovenia e Italia. Los acogimos, aprendimos sus nombres, observamos su trabajo y apreciamos su total dedicación y armonía del trabajo en conjunto.

Hace más de un año, cuando empezamos a considerar el tipo de imágenes eucarísticas que deberían quedar plasmadas en la pared del fondo, detrás del altar, encontramos que teníamos más preguntas que respuestas. Uno de los sermones de Agustín, finalmente, nos iluminó particularmente;  se trata del sermón 329, que une la eucaristía con la hospitalidad reflexionando sobre el pasaje de los discípulos de Emaús. Agustín hace uno de sus acostumbrados paralelos entre la historia de Emaús  (Lucas 24, 13-35), y la historia de Elías y de la viuda de Zarepta (1Re 17,7-16). En ambos episodios, quien acoge es quien da.

Agustín dice, “el señor de los cielos…. estaba preparado para ser un huésped, para que tu pudieras tener la bendición de acogerlo, y no porque él estuviera necesitado” y continúa “Elías no tenía ninguna necesidad pero fue mandado a la viuda de Zarepta, Dios le dijo: ve donde la viuda, para que ella te alimente” y sigue aun, “no digas en tu corazón yo doy él recibe, yo lo hospedo él no tiene morada pues tal vez tu necesidad es más grande, tal vez  a quien tu hospedas es sólo una persona y necesita pan, tu necesitas la verdad, él necesita refugio, tu necesitas el cielo, él necesita dinero, tu necesitas justicia”.

Estas dos imágenes están representadas ahora en nuestro altar, pieza por pieza, en varios colores y formas, y constituyen la imagen que inunda la capilla desde atrás del sagrario, como si en la eucaristía se unieran estas historias del Antiguo y del Nuevo Testamento. ¡Qué maravilloso modo para hacer de la eucaristía una parte de la realidad de cada día!  ¡El ojo de un artista, el P. Marko Rupnik, encontró la forma de colocar este cruce de historias y la inspiración agustiniana en un muro!