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19 de septiembre de 2007


Exigencias del discipulado

Uno puede preguntarse qué recuerdos se despertaban cuando los primeros cristianos oían la frase clave del evangelio de hoy: Si alguien quiere venir detrás de mi, que se niegue a sí mismo y que tome su cruz y que me sigua. Para la generación de los lectores de Mateo, la fe en Jesús como el Señor resucitado y su experiencia de su presencia pedía una clara asociación de su pasión y muerte con la vida de los miembros de la comunidad de creyentes. Para mí, este texto clave nos ofrece tres indicaciones que dan orientación a la vida cristiana. En primer lugar, el discípulo tiene que “negarse” a sí mismo. En términos concretos “negarse a sí mismo” significa que una persona debe actuar de tal manera que esté preparado para dejar su puesto como centro de las realidades que le rodean. En segundo lugar, el discípulo debe estar preparado para “cargar con su cruz”. La cruz invoca de forma inmediata en mí pensamientos en relación a la crucifixión de Jesús y su resurrección. Aquí se enlaza el misterio pascual de Cristo con los sufrimientos de sus seguidores. De este modo, si mi sufrimientos están enlazados con los sufrimientos de Jesús, yo abrazo el camino de la cruz del Mesías sufriente. En tercer lugar, el discípulo tiene que “seguir” a Jesús. Seguir a Jesús hace referencia tanto a mi convertirme en discípulo como en perseverar en su seguimiento. En suma, la triple indicación destaca claramente el camino de la cruz como recomendación fundamental para todos los cristianos. A través del camino de la cruz Jesús hizo la voluntad del Padre en comunión con el Espíritu Santo, haciendo así un modelo a seguir para nosotros.

Quisiera asociar el camino de la cruz con la llamada universal de todo cristiano a la santidad. El camino de la santidad o perfección pasa a través del camino de la cruz. No hay santidad sin renuncia y combate espiritual. El progreso espiritual acarrea necesariamente ascesis y mortificación que gradualmente nos dispone hacia una libertad espiritual, guiándonos, por tanto, hacia la alegría de las bienaventuranzas. Debería mencionar aquí al santo cuya memoria hoy celebramos, llamado San Alfonso de Orozco. San Alfonso no fue sólo un estudioso y un predicador, sino que también fue un asceta y un místico que recorrió el camino de la cruz. Es un ejemplo a seguir por todos nosotros.

Más aún, el camino de la cruz puede enlazarse con las circunstancias particulares que prevalecen en el África contemporánea. En el continente africano existe tanto la extrema pobreza y el hambre como el azote de la malaria y del HIV/
SIDA. Muchas veces los victimas del HIV/SIDA pasan experimentan las penas indescriptibles de la marginalización o el rechazo, la alineación o la soledad. La asistencia económica y humana de parte de los países ricos es frecuentemente escasa. En África prevalece la realidad tribal que lleva consigo el veneno del odio y el miedo, la violencia y venganza, asesinato y muerte. Se nota que muchas veces la sangre tribal obliga mas que el agua del bautismo cristiano. El caso del genocidio de Ruanda de 1994 todavía está fresco en nuestras mentes.

Tal vez, lo que es más importante, para muchos cristianos africanos ser un seguidor de Jesús significa vivir bajo el miedo continuo de perder la propia vida o las propias posesiones. La amenaza continua de un global, fanático, extremista, agresivamente militante tanto política como social Islam es un tema de preocupación para nosotros. La meta final del Islam militante es restringir los derechos de las pequeñas comunidades cristianas a practicar su religión y para ello impedir el derecho de la Iglesia a ejercer su ministerio pastoral. Algunos ejemplos en Nigeria deben ser mencionados. En febrero de 2000 entusiastas de la Sharía atacaron y mataron a cristianos en la ciudad de Kaduna, al norte de Nigeria. Nuestra parroquia de Santa Mónica en Kaduna perdió más de 10 miembros. El 21 de Septiembre de 2001 los musulmanes de la ciudad de Jos, descontentos con la política de la administración local, atacaron y mataron a muchos de sus vecinos cristianos. En esta ocasión casi perdemos el monasterio agustiniano de Jos. De nuevo en febrero del año pasado pirómanos musulmanes, con ocasión de las caricaturas publicadas en Dinamarca en 2005, quemaron iglesias, mataron a muchos cristianos en Maiduguri. Nuestra parroquia de San Agustín de Maiduguri perdió 4 parroquianos y más del 90% de sus propiedades. La diócesis de Maiduguri perdió un sacerdote (D. Michael Gajere) que había sido mi compañero y estudiante del P. Desmond Foley en el Seminario. mientras que todos nosotros afirmamos que las cuatro dimensiones del diálogo interreligioso por la vida, colaboración, reflexión y experiencia religiosa son un elemento esencial de nuestra misión, tenemos al mismo tiempo que abrir los ojos a los desafíos y dificultades por los que pasamos cuando tratamos de encajarlos en el camino de la fe.

En conclusión, como agustinos que vivimos y trabajamos en Africa, somos empujados diariamente por la realidad de nuestros días; buscamos ideas y soluciones en armonía con nuestra fe. Creemos que el camino de la cruz debe ocupar un lugar centrar en nuestra vida, ayudándonos a responder a la tensión entre nosotros y nuestra comunidad de creyentes. Sólo a través de la cruz podemos alcanzar la gloria de los niños de Dios.