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Homilia 12 de septiembre
Santísmo Nombre de María


No pretendo hacer exégesis del texto evangélico de Lucas que la liturgia nos presenta hoy, sino deseo ofrecerles algunas reflexiones personales y comunitarias sobre el tema de nuestras relaciones con los “bienes”, sobre las cosas, sobre nuestra forma de tratar “los bienes” a la luz de las “Bienaventuranzas” y de los “Hay de vosotros…” que subsiguen…

Si Jesús dijo que los pobres son bienaventurados, podemos creerle, sobre todo cuando no nos falta nada… Es verdad que Jesús dice: el pobre “puede” ser bienaventurado y no dice que “el pobre es necesariamente feliz”… Basta con informarse con aquellos que tienen el estómago vacío, o aquellos que deben fatigarse extremadamente para conseguir un trozo de pan para ellos y para sus hijos… o preguntar a aquellos que tienen poco o nada, o a aquellos que tiene todo o casi y se consumen día y noche queriendo tener más, por la envidia para con aquellos que tienen algo más que ellos, aquellos que no logran frenar la cólera que tienen desde hace mucho tiempo y que les explota como rabia incontrolada, o aquellos devorados por una sed insaciable de codicia por tener, de poseer y que se les convierte en verdadera idolatría –como recuerda San pablo a la luz de Lucas- y no se contentan nunca…

Lo había comprendido muy bien Nuestro Padre San Agustín al recordarnos en la Regla que “es mejor tener menos que desear más”. Me parece que en las palabras de Jesús “Bienaventurados” y “Hay de vosotros” el problema es el de un modo de ser, de pensar, de hacer, de un modo de vivir basados en el equívoco que el Evangelio de Lucas define como “estupidez”, una estupidez trágica y radical: la de vivir convencidos que “la felicidad de la vida pueda ser asegurada con los bienes” (12, 15.20). El gran problema es el de saber “dónde está tu tesoro, porque allí está tu corazón” (ib. 33-34), allí reposa; de esto y por esto vive; el problema es el de “hacer buen uso de los bienes” (materiales y espirituales, físicos e intelectuales, personales y comunitarios). El problema es el “cómo”, es una cuestión de posición y de elección frente a los “bienes”, diríamos un problema de sabiduría administrativa (16, 9-13). Y aquí entramos todos, como personas y como comunidad religiosa agustiniana; y entramos hasta el cuello.

En el “Instrumentum laboris” de este Capítulo General, cuando se habla de las “Características fundamentales de la vida agustiniana” que valen para la vida religiosa en general, en el primer lugar aparece el SEGUIMIENTO radical de Jesús (1.1) que implica “la aceptación coherente de las mismas opciones prioritarias de Jesucristo”, entre las cuales se encuentra la que se hace referencia en el fragmento del evangelio de hoy y en general en el capítulo 12 y hasta el 19 con el encuentro con Saqueo, justamente por lo que decide hacer este hombre.

Más adelante, hablando de los elementos esenciales de la identidad agustiniana como “Orden Mendicante” (1.2.2) el Instrumentum habla de “el deseo de imitar a “Cristo pobre”, por medio de la comunión de bienes y manifestado en una forma peculiar de practicar el voto de pobreza con un estilo de vida auténticamente sencillo y austero, cercano al pueblo, preocupado por su situación de injusta pobreza”.

Luego el Instrumentum nos habla de los obstáculos que se nos interponen en el camino de una auténtica renovación de la vida de la Orden, entre los que quiero hacer notar el de una “falta de auténtica comunión de bienes” (2.1.2). Se nos recuerda, entre otras cosas, que “la historia y la experiencia atestiguan que los abusos contra la pobreza están frecuentemente entre las principales causas de crisis e incluso de desaparición de comunidades e instituciones religiosas.” ¿Cuántas veces en nuestros largos análisis y discusiones sobre el tema de las vocaciones (escasez, deficiencias, abandonos, etc.) esta “causa” fue colocada en el lugar que merece y se tomaron decisiones serias y sanamente dolorosas?

En el mismo número cita la Carta del Prior General a la Familia Agustiniana en ocasión de 750° Aniversario de la Gran Unión, donde se dice entre otras cosas, que “Agustín exigía poner todos los bienes en común como una condición (sine qua non) para entrar en la comunidad, no como un objetivo a alcanzar con el transcurso del tiempo.” ¿Esta es una “práctica” normal en nuestra vida religiosa agustiniana actual?...

El P. Ignacio Madera, de Colombia, Presidente de la CLAR, que ha participado en la V Conferencia del CELAM en Aparecida, y que nos visitó durante la Asamblea de Buenos Aires, al concluir el Proceso de revitalización de la vida religiosa agustiniana en América Latina, más conocido como “Hipona - Corazón Nuevo”, nos dijo que el Cardenal Prefecto de la Congregación de Religiosos e Institutos de Vida Consagrada, manifestó que “la vida religiosa de hoy, se ha aburguesado” (no se si se refería “sólo” a la vida religiosa en Latinoamérica, o sólo a la Vida Religiosa en general… excluida la vida religiosa agustiniana???!!!). No se hasta qué punto es una declaración realista y justa pero, en lo personal, me hizo pensar muy seriamente en mi, en mi estilo de vida, en el de mi Vicariato San Agustín de Apurimac, porque, cómo se dice por “aquellas partes”, si lo dijo “por algo será”, no?

Oremos al Señor para que nos ilumine, y por María, en la conmemoración de su Santo Nombre, oremos: Ven espíritu Santo, ven por María! Amén.


P. Giovanni Boffelli, OSA
Vicario