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ENCUENTRO CONTINENTAL DE EDUCADORES AGUSTINOS
Lima, 24-28 de Enero, 2005.

Discurso Inaugural

Ponencia:
Interculturalidad y Violencia

Ponencia:
La Interculturalidad Crítica como Proyecto Ético-Político

Ponencia
Riquezas Educativas de la Multiculturalidad

El Proyecto Educativo Agustiniano

Discurso de Clausura


Interculturalidad y Violencia


Juan Ansión
Antropólogo Pontificia Universidad Católica del Perú


Los dos conceptos materia de esta exposición - interculturalidad y violencia - son complejos y a la vez son muy importantes para intentar entender lo que viene sucediendo en el país. Intentaremos abordar esta complejidad.

1. La interculturalidad se diferencia de la multiculturalidad al poner el acento en la relación entre grupos humanos de diverso origen cultural. Establecida esta diferencia, es un término que viene siendo utilizado en diversos sentidos, todos los cuales tienen relación entre sí:

a. En general se utiliza el término desde una perspectiva normativa que nos habla del deber ser, para referirse a un ideal de diálogo. La interculturalidad se entiende entonces como el afán de lograr relaciones armónicas y de comprensión mutuas entre grupos y personas pertenecientes a ámbitos culturales diferentes. En este caso, se contrapone a la violencia, aunque puede aceptar el valor positivo del conflicto cuando éste es transformado para lograr al final una situación mejor para las partes.

Una variante importante de esta manera común de concebir la interculturalidad es el usarla como equivalente de identidad cultural. En este caso, el término no es adecuado, pues se aparta de su origen etimológico (inter = entre), pero es un hecho que muchos están utilizando el término en este sentido. Entendido como identidad cultural, no excluye de por sí el recurso a la violencia.

Para otros, se entiende la interculturalidad como búsqueda de diálogo, pero se la rechaza por considerar que corresponde a una estrategia de los poderosos para neutralizar el esfuerzo de los social y culturalmente marginados por construir su identidad cultural.

b. Desde las ciencias sociales, entenderíamos la interculturalidad desde una perspectiva descriptiva, como el fenómeno social de encuentro intensivo, sostenido, cotidiano, entre grupos y personas que provienen de ámbitos culturales diferentes, encuentro en el que se producen múltiples influencias en uno y otro sentido. Entendida así, la interculturalidad no equivale a ausencia de violencia. Es más, históricamente, los procesos de invasiones, conquistas, formación de imperios, han conllevado la circulación de ideas, herramientas, visiones del mundo.

En el caso del Perú, es muy útil partir de este concepto de interculturalidad porque nos obliga a mirar en nosotros mismos las influencias recibidas de diversas vertientes culturales. Generalmente se reconoce la influencia de la cultura hegemónica en las demás, pero también hay una influencia - generalmente no admitida - de las culturas subordinadas en el conjunto de los peruanos. El reconocimiento de estas influencias de doble o de múltiple sentido nos ayuda a caminar hacia una relación de reconocimiento del Otro (ya que puedo asumir que tengo en mi mismo algo de él) y esto nos conduce a la posibilidad de una interculturalidad como proyecto, una interculturalidad en el sentido normativo.

2. La violencia

a. La violencia es una imposición abusiva, injusta, de la propia voluntad, aprovechando ventajas físicas o una relación de poder de cualquier otro tipo.

Nadie, sin embargo, puede imponerse sólo con la violencia física. Lo han sabido todos los gobernantes y Maquiavelo lo expresó con toda claridad. Sobre esta violencia física se monta una violencia simbólica que no sólo consiste en imponer las propias concepciones del mundo, las propias ideas, etc., sino que lo hace ocultando el carácter arbitrario de esta imposición.

En el Perú, un caso muy claro es el de la relación con los idiomas originarios. Cuando un profesor le hace sentir a un alumno quechuahablante que es "bruto" porque no habla bien el castellano, está produciendo en ese niño un sentimiento de inferioridad que este niño difícilmente podrá combatir porque la sociedad entera le dice que, en efecto, su lengua materna no es una lengua, sino un dialecto que "no sirve para nada".

b. En términos psicológicos, la violencia contra los más débiles, especialmente los niños, puede entenderse como una manera de los adultos de vengarse en los niños de la violencia (las agresiones, las injusticias, la obligación de obedecer a mandatos caprichosos, etc.) sufrida en la propia infancia. En forma inconsciente reproducimos la educación que hemos recibido. Pero como somos padres y madres o maestros, el niño está obligado a querernos, de modo que, al no poder echarnos la culpa de lo que sufre, lo inhibe todo y termina creyéndose culpable de lo que han hecho con él. Cuando sea grande repetirá la misma relación con sus hijos, salvo que tenga la oportunidad de procesar bien lo que ha vivido.

c. En términos institucionales, la teoría es que la existencia de reglas claras y reconocidas como justas por todas las partes debería reducir la violencia al máximo. En el Perú, está claro que, salvo excepciones, estas reglas sólo son formales y no rigen la vida real de las instituciones. En ellas, las personas aprenden que, para tener éxito, "todo vale". La corrupción no es, pues, algo casual, sino que corresponde a la lógica misma de funcionamiento de nuestras instituciones.

d. En la escuela se produce violencia simbólica, se reproduce la relación pedagógica que busca doblegar al niño, y se dan relaciones institucionales como las mencionadas. Todo ello conduce a un círculo vicioso de reproducción de una juventud atraída por el autoritarismo y la violencia.

Además de ello, el niño no interioriza algo fundamental para la democracia y el estado de derecho: la necesidad de regirse por reglas de carácter abstracto que sean válidas para cualquier persona de acuerdo a una situación dada. Por ello, vivimos en un país en que las normas del derecho son utilizadas exclusivamente en función de los intereses propios de cada cual. En realidad no se han formado personas con valores ciudadanos y esto conduce a la inclinación que observamos por resolver los problemas mediante la violencia (aún más cuando las instituciones no dan salidas justas a los problemas).

3. A manera de conclusión

a. La interculturalidad como proyecto puede ser una poderosa herramienta de lucha contra la violencia en el país. Para ello se debe trabajar mucho la interculturalidad de hecho como punto de partida que supone el reconocimiento por todos de las diversas influencias interiorizadas. El no reconocimiento de las influencias de las culturas subordinadas conduce a un desprecio hacia ellas, a la reproducción del racismo y, a la larga, a mayores violencias.

b. La escuela tiene un papel muy importante en el proceso de salida del círculo vicioso de la violencia y del racismo o desprecio por el Otro. Se requiere un esfuerzo nacional muy grande para transformarla, ya que no bastan cambios tecnológicos o normas administrativas, sino una transformación profunda de la actitud de muchos educadores.