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PRIMACIA DEL AMOR

Amor y felicidad verdadera

Los escritos de Agustín comienzan planteando la cuestión de cómo el ser humano puede encontrar la felicidad verdadera. Porque no hay ser humano ajeno al deseo de ser feliz. El deseo dice relación con el amoç pues nadie desea lo que no ama. El amor consiste en el deseo de identificarse con el objeto amado. Mas no todo tipo de deseo y amor es capaz de hacer feliz a una persona. Sólo un eterno e imperecedero bien nos puede hacer de verdad felices, pues únicamente tal bien excluye todo temor de perder el objeto amado. Dios solo puede garantizar una felicidad así. El amor nos une con Dios, nuestro eterno, imperecedero bien, y de esta manera nos hace partícipes de la eternidad de Dios. Esto sucede de acuerdo con el principio de que el ser humano viene a convertirse en lo que ama: ama la tierra, es tierra; ama a Dios eterno, y compartirá la eternidad de Dios.

Amor: el mensaje total de la Biblia

Según Agustín todo el mensaje de la Biblia podemos reducirlo a dos mandamientos: amor de Dios y amor del prójimo. Escribe: "Mi esperanza en el nombre de Cristo no es estéril, porque no sólo creo, Dios mío, que de los dos mandamientos del amor penden toda la Ley y los Profetas, sino que yo mismo he experimentado, y todavía lo experimento a diario, que ni siquiera un solo misterio u oscura palabra de la Sagrada Escritura me resulta claro, hasta no encuadrarlo en estos dos mandamientos". Agustín aquí se acomoda fielmente a la línea de pensamiento de 5. Pablo: El amor es el cumplimiento de la Ley (Rom 13, 10) y : El amor es el fin del mandato (1 Tim 1, 5). La palabra "fin" no quiere decir que el amor acaba con los demás mandamientos o que los anula, sino que el amor es la perfección de cualquier otro precepto con el que lo relacionemos. Estos dos mandamientos caracterizan tanto al Nuevo como al Antiguo Testamento. Por tanto las palabras de Cristo: "Os doy un mandato nuevo: amaos unos a otros como yo os he amado" (Jn 131, 34) no sólo renovaron a los Apóstoles o a nosotros, sino también a los patriarcas, profetas y santos que vivieron durante el tiempo de la Antigua Alianza.

Amar con amor de Dios

Dios es amor. Revelándose a Sí mismo como bueno y misericordioso, Dios se revela a Sí mismo como amor Esto equivale para nosotros a una interpelación, una exigencia y un mandato de amar a los seres humanos como Dios los ama. La más elevada forma de amar a los hermanos y hermanas reside en amarlos con el amor de Dios que nos ha sido dado por el Espíritu Santo. De ahí que nuestro amor es una participación del amor de Dios mismo que abarca a cualquier ser humano, incluso nuestro enemigo. Nuestro amor debe reflejar el amor de Dios. Cuando Agustín habla del amoç habla del amor como don divino, que capacita a la voluntad humana con un nuevo deseo, un luchar por la verdad divina, la sabiduría, la paz y la justicia. Amar con dicho amor excluye todo lo pecaminoso, es deciç

ansia posesiva o egoísta, orgullo, vanidad, propia alabanza u honor y buscar exclusivamente nuestro propio provecho. El hecho de ser el amor un don de Dios tiene su aplicación en primer lugar en amar por Dios, porque El solo puede darse a Sí mismo a nosotros. El nos ha amado primero. Y claro está, el mismo principio vale para amar al prójimo. El Espíritu Santo nos inflama para amar a nuestro prójimo. Según Agustín un mero amor natural de unos a otros no basta, porque entonces con facilidad descuidamos a Dios nuestro supremo bien. Amar a los otros como a nosotros mismos signifca que él o ella pueden encontrar su bien donde nosotros lo encontramos, es deciç en Dios. Sólo a esa luz podemos entender correctamente la famosa sentencia de Agustín: "Ama y haz lo que quieras, porque de esa raíz sólo puede nacer el bien". El amor es la norma más difícil que tenemos; jamás significa que somos libres para hacer lo que nos venga en gana.

Pasajera primacía del amor al prójimo

Visto a la luz de las consideraciones precedentes, Agustín propugna hasta una primacía pasajera del amor al prójimo. Pasajera quiere decir: aquí en la tierra, en caso de estar obligados a cuidar de nuestros semejantes. Desde luego que el amor de Dios tiene preferencia en cuanto mandamiento, pero también lo es que el amor al prójimo viene el primero en la práctica. Para amar a Dios hemos de empezar por amar al prójimo: "Estos mandamientos han de ser siempre meditados, ponderados, hemos de ser fieles a ellos, ponerlos en práctica, cumplirlos a plenitud. El amor de Dios viene en primer lugar en la clasificación de los mandamientos, mas el amor al prójimo tiene preferencia a la hora de la acción. Al amar a tu prójimo e interesarte por él, tú te pones en marcha. ¿A dónde podrías iç excepto ai Señor Dios?". El porqué de esto subyace en el hecho de que ambos amores se incluyen mutuamente y no se pueden separar. Por tanto basta con mencionar sólo uno de los dos. Apelando a la autoridad de

Pablo y Juan, Agustín saca la conclusión de que no sin motivo la Sagrada Escritura de ordinario expresa un mandamiento para ambos. La razón para ello aparece con claridad en el texto siguiente:

‘YPor qué Pablo en ambas cartas, a los Gálatas y a los Romanos, menciona únicamente el amor al prójimo? ¿No será porque, no poniéndose con tanta frecuencia a prueba el amor de Dios, nos podríamos engañar acerca de él? En cambio acerca del amor al prójimo nos pueden convencer con más facilidad de no amar a Dios al haber actuado injustamente hacia los demás. Mediante el precepto del amor al prójimo nos damos perfecta cuenta de los fallos. Algunos Gálatas caían en el engaño de pensar que amaban a Dios. El Apóstoi les demuestra claramente que no era así, a causa del odio reinante entre ellos.".Así pues, el amor al prójimo es la norma tangible del amor de Dios, pues gracias a su naturaleza práctica elimina todo posible autoengaño. El amor al prójimo es eJ modo más concreto y seguro de manifestar nuestro amor a Dios.

LEGADO ESPIRITUAL

Obviamente no podemos exponer aquí todos los aspectos doctrinales de Agustín. Haremos una selección. Entre los más característicos mencionaremos los siguientes:

1. Primado de la caridad.
2. Cristo se identifica con todos los seres humanos: el Cristo total.
3. Desconfianza de la capacidad humana frente a la confianza en la gracia.
4. Hincapié en la eficacia de la gracia de Dios en la vida espiritual.
5. Amor de la Palabra de Dios y relieve de la importancia de la lectura de la Sagrada Escritura.

"PARA MÍ LA VIRTUD, POR
DEFINICIÓN, NO ES OTRA COSA QUE
UN PERFECTO AMOR A DIOS LA
TEMPLANZA ES EL AMOR QUE
TOTALMENTE SE ENTREGA AL
OBJETO AMADO; LA FORTALEZA ES
EL AMOR QUE TODO LO SOPORTA
POR EL OBJETO DE SUS AMORES; LA
JUSTICIA ES EL AMOR UNICAMENTE
ESCLAVO DE SU AMADO Y QUE
EJERCE, POR LO TANTO, SEÑORÍO
CONFORME A RAZÓN;
Y, FINALMENTE, LA PRUDENCIA ES EL AMOR
QUE CON SAGACIDAD Y SABIDURÍA
ELIGE LOS MEDIOS DE DEFENSA
CONTRA TODA CLASE DE OBSTACULOS".
(Costumbres de la Igl. cat. 15, 25)