Ordenación Sacerdotal en Iquitos

ORDENACIÓN SACERDOTAL DE WALKER Y JUAN RAÚL

Doce años de formación transcurrieron hasta que estos dos jóvenes vieran colmadas sus ilusiones. Fueron años de discernimiento, de dudas, de preparación, de caídas y levantadas, de disciplina, de vida.

El sacerdote no nace, se hace. Es un hombre como todos, pero su ministerio es específico: la mediación en la santificación del Pueblo de Dios, como dispensadores de las Gracias del Dios Eterno.

Walker proviene de la Parroquia san Antonio, un llamado Pueblo Joven que va en crecida, urbanizándose poco a poco, evangelizándose paso a paso. Muchos jóvenes han recibido formación en los grupos parroquiales. Walker fue uno de ellos, como otros y como otras que un día iniciaron la aventura del seguimiento radical a Jesús. De allí caminaba rumbo a su colegio Vespertino, le tocó estudiar por las tardes debido a que era un poco mayor entre sus coetáneos. Él sabe cuánto le ha costado estudiar y trabajar a la vez en sus últimos años de secundaria, es que ya se había trazado el ideal de la vida religiosa con miras al sacerdocio. 

Su colegio es el Mariscal Oscar R. Benavides, un populoso colegio de la antigua circular. Allí conoció a su primer Formador el agustino P. Adolfo del Pozo. Tanto en su parroquia como en el Colegio escuchó la invitación a las jornadas vocacionales.

Juan Raúl, viene de la otra parroquia vecina, llamada Nuestra Señora de Loreto, donde el párroco era otro agustino, P. Angel Pastor. Allí un buen domingo escuchó el reto de algo más que pertenecer al grupo juvenil, dar la vida a Cristo a través de la vida religiosa, algunos junto con él se animaron a asistir a las jornadas y a las convivencias vocacionales, la perseverancia se quedó con él no obstante su poca edad de ese entonces. Estudió en el viejo colegio y también populoso Colegio Nacional de Iquitos, situado a orillas de la carretera que conduce al aeropuerto de la ciudad de Iquitos.

El preseminario, que consiste en una especie de academia de nivelación en el conocimiento humano y cristiano, lo realizaron en Iquitos de 1988 a 1990. En los primeros días del año 1991 salieron para Bogotá, Colombia, donde realizaron su noviciado en Bojacá, allá igualmente los agustinos tienen un santuario famoso en honor a Nuestra Señora de la Salud. Al terminar el noviciado los superiores determinaron que la filosofía y la teología la debían realizar en Trujillo, la Libertad. Terminado el primer año de Teología Walker fue enviado a Santa Rita de Castilla, a 260 kilómetros de la sede vicarial, en el río Marañón, para realizar un año de práctica pastoral. Juan Raúl por su lado, hizo su año pastoral en Nauta a 120 kilómetros de Iquitos. Una vez más en Trujillo hicieron los tres años restantes de teología. Desde el año 2001 Juan Raúl está trabajando en la Parroquia Santo Cristo de Bagazán y Walker en la parroquia misionera de Santa Rita de Castilla.

A los cien años de la llegada de los primeros agustinos, el cuatro de noviembre de manos de Monseñor Julián García Centeno, recibieron emocionados el Sacramento del Orden en segundo grado. Les acompañaron sus familiares, amigos, y fieles en general, que abarrotaban el Templo de la Parroquia Nuestra Señora de la Salud. Esos cientos de personas quería participar y sobre todo ver la ceremonia de ordenación, literalmente no cabía un pelo más. Varios fueron los gestos significativos en la ceremonia, al momentos de las lecturas una de ellas fue realizada por los padres de Juan Raúl. En la procesión de las ofrendas se entregaron el mapa del Vicariato, símbolo del territorio donde los neo sacerdotes habrían de desplegar su ministerio, igualmente el escudo de la Orden agustiniana, un corazón flechado por el dardo del amor y cubierto con el libro de la Palabra de Dios, entre otras cosas. El Obispo habló como el pastor exhortando a los ordenandos a ser fieles a su vocación, a orar siempre, a trabajar sin desmayar y sin olvidar que la meta es Cristo, no los simples quehaceres. Otra meta es construir con los mejores esfuerzos la Iglesia amazónica, que tenga el rostro comprometido de hombres y mujeres selváticas que habiendo escuchado la Palabra de Dios por ellos anunciada, se comprometan a seguirla difundiendo hasta el último rincón, hasta el último río, has la última comunidad rural. Pidió a los fieles a cuidar a sus sacerdotes, apoyarlos y corregirlos si fuera necesario, porque así como los sacerdotes evangelizan, también deben dejarse evangelizar.

Agustín Arirama, osa


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