Fotos de la Misa

 

Chulucanas, tierra que da frutos de fe 


La misión empezó por los años sesenta, respondiendo al llamado que el Papa Juan XXIII hiciera a las Órdenes religiosas para esta parte de América. Desde entonces, los misioneros Agustinos de los Estados Unidos y México trabajaron arduamente por establecerla y encarnar el Evangelio anunciándolo especialmente a los más pobres y necesitados, en la naciente Prelatura de Chulucanas.  

Y, en  el contexto aquellos hechos, ya a principios de los setenta, aparece la figura de un menudo y anciano fraile, lleno del amor de Dios y de un gran espíritu misionero: el hoy “Siervo de Dios” Juan McKniff quien trabajó en la parroquia de San José Obrero desde su llegada al Perú. De él, el padre Juan Lydon describiría cuatro grandes cualidades en 1999 en la visión que tuviera entonces para el Vicariato: su amor a la Eucaristía, a la Santísima Virgen María, su amor a los pobres (quienes eran preferidos en su ministerio) y su disponibilidad para ir donde el Espíritu Divino le enviara. 

En el 2002, por falta de personal, el consejo de nuestro Vicariato bajo el servicio del Padre Roberto Terranava, decidió entregar la parroquia San José Obrero de Chulucanas al Obispo, Monseñor Daniel Turley,  por un tiempo de 5 años. Hoy, 24 marzo, fecha en que celebramos 13 años de la muerte de nuestro hermano Juan Mckniff  -y a casi dos meses de la muerte del padre Ricardo Appicci, otro gran misionero-, nuestros hermanos, el padre Wilder Vásquez Saldaña y el diácono Hugo Erazo Rojas, por encargo del Vicario y en cumplimiento del tiempo establecido para volver, retoman solemnemente la parroquia.  

Damos gracias a Dios por estos acontecimientos que nos muestran su amor hacia nosotros. No podemos pensar y sentir de otro modo, pues, el año pasado hemos tenido tres ordenaciones sacerdotales, dos diaconales y dos profesiones solemnes; estos meses tendremos tres ordenaciones sacerdotales y una diaconal, bendiciones que nos han permitido servir más y mejor al pueblo de Dios en este nuevo desafío que el Vicariato ha hecho suyo. 

A pesar de todo, el haber tomado la parroquia San José Obrero de Chulucanas, ha sido un gran sacrificio. Pero lo hacemos siguiendo los pasos de nuestros hermanos que ya nos adelantaron en la marcha hacia la casa del Señor: Gracias padre Juan Mckniff y padre Ricardo Appicci por enseñarnos a estar siempre dispuestos a dar, a ir donde hay urgencia y necesidad de sembrar la Palabra divina a través del anuncio del Reino de amor.      

En conclusión, este hecho ha significado para nuestro Vicariato una gran oportunidad, acaso de carácter misional, fraternal y pastoral, donde se puede aplicar el estribillo de aquella vieja canción nuestra: Todos vuelven a la tierra en que nacieron,…  iniciaron (Pascual Córdova, OSA)